sábado, 22 de diciembre de 2012

Jesús se deja encontrar si lo necesitas


En la Biblia, las experiencias más profundas de fe se dan prácticamente, en las personas con  pocas  posibilidades humanas. Un muchacho sin armas vence al guerrero más fuerte, un pueblecito pequeño como Belén aporta más que una gran ciudad orgullosa de sí misma, una mujer embarazada y marginada es la gran madre de las posibilidades humanas, un Jesús pobre e impotente sacude al César fuerte y poderoso, un ciego tullido descubre la luz en lugar de Pilatos que permanece en la oscuridad a pesar de todos sus medios.

"Mira también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella a quien llamaban estéril, porque nada hay imposible para Dios" (Lc 1, 36-37). María, que sabe leer los signos de los tiempos y que posee un sentido concreto de la llamada de Dios, comprende rápidamente el sentido de la llamada particular que se le dirige: lleva tu ayuda a tu prima.

MEDITACIÓN SOBRE LA VISITACIÓN

PRIMER MISTERIO
María, madre siempre disponible, haz que a semejanza tuya, sepamos reconocer en nuestra vida, en los signos concretos, las llamadas de Dios y que respondamos, como tú hiciste, de manera concreta. Ruega a tu Hijo para que me conceda ver esos signos: un familiar, un enfermo que necesita ser visitado, un hermano de la iglesia o un amigo en apuros, un joven en crisis, comprender la llamada que Dios puede dirigirme a través de una circunstancia particular. Que al mirarte, María, sabiéndome llamado y queriendo responder de manera concreta, comprometiendo algo de mi vida y de mi tiempo, vaya yo contigo hacia la tarea que Dios me confía tratando de poner allí mi fidelidad.
    Dios te salve, María...

SEGUNDO MISTERIO

María se pone pues en camino y quiero imaginar que va en compañía de José. Consideremos este camino que harán juntos como ejemplo del camino que tenemos que hacer para reunirnos con los demás. Porque es cierto que existe una distancia entre nuestros hermanos y nosotros. Estamos llamados a rebasar esta distancia...

Vas con lo poco que eres y tienes. Tú aceptas lo poco que eres capaz de dar; te acercas a tu prima con tus pobres medios. Al contemplarte, María, comprendo que debo ir hacia los otros con los pequeños medios de que dispongo. "Nuestra Señora de los pequeños medios, ruega por nosotros". Que al mirarte, María, sabiéndome llamado y queriendo responder de manera concreta, comprometiendo algo de mi vida y de mi tiempo, vaya yo contigo hacia la tarea que Dios me confía tratando de poner allí mi fidelidad.

    Dios te salve, María...

TERCER MISTERIO.

María camina no sólo en pobreza sino también en humildad. Mientras, nosotros observamos sin cesar el efecto que causamos. Si tengo un puesto importante, ¿tienen los demás plena conciencia de la importancia de mi misión? Si tengo un puesto modesto, ¿nadie se da cuenta de que valgo para más? Analizo sin cesar y experimento el choque del efecto producido. Tú, María, eres la que soñarían ser todas las mujeres de Israel, eres la Madre del Mesías de una manera simple y gratuita. Eres la Virgen pura y limpia. Consientes en paz al designio de Dios sobre ti y el lugar que ocupas. Que tu oración del Espíritu Santo purifique, María, mi corazón a fin de que me abandone en la paz, confiando en sus manos mis actividades y los trabajos que estoy llamado a desempeñar. Todo está en tus manos y no en las mías. Ojalá guardemos la fidelidad a esta oración del pobre; estar contigo, en presencia de Dios, sin grandes ideas, sin otras palabras que las tan perfectamente conocidas de la salutación evangélica.

Dios te salve, María...

CUARTO MISTERIO.

María camina silenciosamente. Esto no quiere decir que esté encerrada en sí misma. Hay silencios que están replegados sobre sí y son una negativa a exponerse a los hermanos o simple actitud exterior. Tú nos invitas a hacer lo mismo, porque tenemos la tentación de pensar que el silencio es bueno para los monjes. Ojalá podamos imitándote, adquirir el silencio del corazón y comprendamos lo que antes no comprendíamos... "Sí, es cierto, me equivoqué, no comprendí que tenía que hacer esto o aquello. Pero ahora, en el silencio, encuentro el verdadero camino de la comunicación con los demás". Comunícame, María, tu pasión por tener un corazón silencioso para poder amar mejor a mis hermanos.

Dios te salve, María...

QUINTO MISTERIO.

Al observar a María y a Isabel, sabemos en la fe que Dios se comunica en este acto fraternal. Dios se comunica con los hombres cada vez que los hombres hacen un verdadero gesto fraternal y por consiguiente, pobre, humilde y silencioso. Que resida en cada uno de nosotros el alma de María. Que por la oración de María se nos otorgue esa pobreza, esa humildad, ese corazón silencioso a fin de que se manifieste en nosotros y en torno de nosotros la gloria de Dios.
 
Dios te salve, María...

Dichoso el que cree y estos días espera que algo importante ocurra, porque su vida cambiará como la de los padres que esperan a un niño que viene y llena la casa de alegría.

Fuente: MERCABA

sábado, 15 de diciembre de 2012

Nuestro Cardenal hablo del encuentro de Jesucristo con los pobres


CIUDAD DEL VATICANO, Viernes 14 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Durante los días en que duró el congreso internacional Ecclesia in America, organizado por la Comisión Pontificia para América Latina, había una figura con un especial relevancia por su conocimiento del tema, así como por la historia que lleva consigo su gobierno pastoral.Nos referimos al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo en República Dominicana, jurisdicción que detenta a la vez el título de Primada de América, dado que allí llegó el evangelio desde España.

¿Qué importancia ha tenido este encuentro a los 15 años del Sínodo para América?--Card. López Rodríguez: Indiscutiblemente, es de una gran importancia. En aquella época en que el papa quiso hacer el Sínodo, yo estaba como presidente del Celam, y me alegró mucho porque ví en esa decision del papa una proyeccion de la Iglesia en este continente –y en los demás--, hacia los 2000 años de la venida de Jesucristo al mundo. Hoy nos ponemos en sintonía con aquel momento histórico.

Usted estuvo también cuando el hoy beato Juan Pablo II habló en 1983 por primera vez en América Latina, sobre la Nueva Evangelización. ¿Cómo se ha venido madurando esta idea? ¿Cree que se ha ha entendido, o que ya ha encontrado su campo de cultivo? --Card. López Rodríguez: Los grandes momentos que hemos tenido en América Latina, especialmente con Juan Pablo II desde Puebla y Santo Domingo --aunque Aparecida no le tocó--, han sido momentos en que se ha ido avanzando en esta toma de conciencia de la evangelización de América. Y hoy por hoy, lo digo por mi país República Dominicana, estamos empeñados en profundizar en el tema de la evangelización. Disculpen la inmodestia, pero yo estoy en programas de televisión, de radio, con los jóvenes, y de verdad que me alegra mucho ver la sintonía de la gente joven que quiere que se le hable del tema. Ellos quieren que se les ayude a profundizar en el tema de la evangelización.
Usted tiene el privilegio de ser el arzobispo de la Diócesis primada de América. A poco más de 500 años de la evangelización ¿cuáles son los desafios que tiene la Nueva Evangelización?--Card. López Rodríguez: Hay problemas muy graves en América Latina, incluyendo mi país, porque vemos el recrudecimiento de un narcotráfico despiadado, muertes salvajes, crímenes de todas las formas. Así es que aparte de lo que ya conocemos de tipo atávico, como son los problemas sociales, la injusticia, una gran pobreza, todo esto ya es un desafío a la evangelización. Jesucristo se encontró con muchos pobres, pero Él respondió en su momento a lo que esa gente pobre necesitaba. Es decir, debemos darles una respuesta desde la persona de Cristo, del evangelio; ese es el espejo en que tenemos que vernos hoy día y decirle a esta América nuestra que el evangelio es el mismo hoy que hace dos mil años.
Se ha hablado mucho en el Sínodo de la Nueva Evangelización, sobre un “nuevo impulso” por parte de los pastores. ¿Cómo debe ser el presbítero de estos tiempos? --Card. López Rodríguez: Debe ser una persona con los pies en la tierra, que sepa qué nos toca hacer hoy día, con qué gente contamos, a quién nos dirigimos… Esto lo insisto mucho a los seminaristas y presbíteros, de que no podemos perder de vista que estamos en una realidad concreta, histórica, que nos exige dar respuestas muy concretas a las realidades que tenemos delante.
Son realidades que “claman al cielo”, ¿no?
--Card. López Rodríguez: Tenemos países con grandes contrastes sociales, con una situación política muy preocupante, y con gente que tiene el poder en sus manos y tampoco solucionan los problemas. 

Y con un alto nivel de corrupción que se lleva lo ganado…
--Card. López Rodríguez: La corrupción es un mal endémico, preocupante, que nos deja a todos desconcertados. En mi país hemos sacado documentos muy claros, categóricos, y lo hemos hecho reiterativamente; o sea no es que la Iglesia no lo haya dicho: yo prácticamente estoy todos los días en los medios de comunicación, hablando de lo que sucede. Es verdad que es una situación en la que habrá que esperar mucho más de la ayuda del Señor, y pedirle que nos de el valor, el acierto, la clarividencia para saber adónde apuntar.

Entrevista al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo

Por José Antonio Varela Vidal

 

 

sábado, 1 de diciembre de 2012

Estamos llegando al fin o al comienzo, solo Tú decides

Al comenzar el tiempo litúrgico del Adviento, que nos llevará a celebrar el acontecimiento de la Encarnación del Hijo de Dios nos enfrentamos a un dilema que, necesariamente hemos de resolver en un sentido u otro: repetir nuevamente un ciclo litúrgico, con su comienzo hoy, su duración de aproximadamente un mes y su conclusión en el día de Navidad, como tantas veces hemos hecho, como tantas veces haremos, o tomarnos en serio este tiempo especial y hacer de él una experiencia única e irrepetible que nos haga avanzar en nuestra vivencia cristiana.
Tiempo que será tan lleno o tan vacío como sea llena o vacía la fiesta que pretendemos preparar:
a) Sera la expectativa de regalos, comidas, tragos y doble sueldo o únicamente el arreglo del árbol de Navidad... 
b) O una profundización del misterio de la Encarnación, que nos lleve a una vivencia más honda de nuestra relación personal y comunitaria con Jesucristo, el Señor, y de nuestra proyección cristiana en este mundo.
Conscientes de que la manera más eficaz de superar un vacío no es criticarlo, sino llenarlo de contenido, debemos reflexionar seriamente sobre el misterio de Adviento, plenos de confianza de que su luz y su fuerza son tan poderosas que pueden hacer recobrar el sentido a un tiempo que amenaza ahogarse solo en lo “comercial". Esta vivencia profunda y auténtica del Adviento hace girar nuestras vidas alrededor de dos focos, que no se oponen, sino que se integran, dinamizándola, sin embargo, con su saludable tensión:
a) El foco de la primera venida del Señor en Navidad y el foco de su segunda venida al final de los tiempos;
b) El foco de la fe en algo que ya comenzó y la esperanza en algo que aún queda por venir;
Es la saludable tensión entre Encarnación y Escatología, entre tiempo y eternidad, entre Historia y "más allá de la Historia", entre el "Ya" y "Aún no"
 La integración de ambos focos en una real vivencia es la que le da a la existencia cristiana toda su autenticidad. Todas estas polarizaciones negativas desgarran la integración cristiana que precisamente pretende superar toda dicotomía, todo divorcio entre oración y acción, entre conversión personal y compromiso social, entre alabanza a Dios y entrega al servicio del hombre, entre filiación y fraternidad... es una actitud de "cabeza levantada en expectativa de una liberación plena" que el Señor nos concederá como don gratuito "más allá de la Historia".
Pero el mismo Evangelio nos recuerda tareas temporales muy concretas, que si bien aparecen en tono negativo, no son menos urgentes: "Tener cuidado: no llenar nuestra vida con el vicio, la bebida y la preocupación por el dinero, no vaya a ocurrir que se nos eche encima de repente aquel día."
Se nos pide explícitamente un esfuerzo de liberación personal que traducido a nuestro lenguaje moderno diría: "Libérate de una sociedad de consumo que te esclaviza con sus falsos valores del standard de vida, del confort, del placer, de la moda, del sexo... y que mata en ti toda vigilante expectativa del Reino de Dios y paraliza en ti todo esfuerzo por hacerlo realidad en tu mundo."
En cambio: "Prepara ya desde ahora la plena liberación: superando el egoísmo por el amor, el vicio por la gracia, los desgarradores abismos sociales por la fraternidad, el lujo y el derroche por la austeridad, el hambre insaciable de lucro y ganancia por la justicia social, la búsqueda incansable de placer por la mortificación, para alcanzar el don gratuito que nos ofrece el Señor al final de los tiempos como comunión indestructible consigo mismo y como comunión, libre de todo egoísmo, con los hombres".
Sí. Podemos iniciar el Adviento teniendo en cuenta de que nos exige un cambio. A lo largo de estas cuatro semanas la liturgia de la Iglesia nos va a poner ante la urgencia de hacer hueco en nuestra vida a Alguien que viene.
Todo lo anterior es lo que podemos llamar la pedagogía del Adviento. Quizá nos puede resultar algo repetitivo, que nos suena de otros años, pero la realidad es que este Adviento está por estrenar y no sabemos qué dones nos reserva el Señor.
La esperanza cristiana no es simplemente estar a la espera, no es aguardar, sino preparar los caminos para la pronta venida del Señor.  En lenguaje bíblico lo que llamamos fin del mundo habría que llamarlo "el futuro del mundo". Es la transformación del mundo, no su aniquilación. El mundo es el lugar de la encarnación de Dios. Es evidente que la creación y la redención no actúan la una contra la otra, sino la una en la otra... Hay que tomarse este mundo en serio. Dios se lo ha tomado tan en serio que le dio a su propio Hijo (Jn 3,16).
Fuentes: GERMÁN SCHMITZ
Obispo Auxiliar de Lima/Perú
Mercaba

sábado, 24 de noviembre de 2012

¿Quién es el Rey de mi vida?


Qué significa celebrar hoy a un Cristo Rey, vivo, interpelante, que dirige, gobierna y potencia todos los momentos de la vida? ¿Cómo se puede entender en lenguaje actual el Reino de Dios?

Fue Pío XI quien instituyó, en el año 1925, esta solemnidad como recuerdo de aquel Año santo, y con la voluntad explícita de que fuera una ayuda catequética para la pedagogía de la fe. Con la misma intención la reforma litúrgica situó esta solemnidad en el último domingo del ciclo litúrgico anual. Así, en efecto, se subraya más la naturaleza, la universalidad y el fundamento de la realeza de Cristo.

¿Qué es la verdad?

Con esa pregunta se quedó Pilatos y, sin esperar, condenó a muerte al que podía responderle. Y es que no siempre preguntamos porque no sabemos; a veces preguntamos porque no queremos saber, para despistar, pues sospechamos que hay preguntas que no tienen respuesta. Pero son preguntas. Y debemos buscar la respuesta. Esa decisión va más allá de la razón y de la ciencia, pero no del hombre, que es más que razón, es lo que llamamos fe.

Para muchos hablar de Cristo Rey es casi hablar de algo superado desde el compromiso de la fe. Es noticia intrascendente, pues no se admite ni se da valor a un reinó que no es político, ni entra en conflicto con los valores y exigencias de los reinos mundanos.

Por otra parte, es relativamente fácil aclamar a Cristo Rey en un momento de euforia espiritual. Pero resulta más difícil creer en un Cristo, presente e influyente en la vida de todos los días, en un Cristo que compromete y cambia la existencia del hombre, en un Cristo exigente que pide fidelidad a los valores permanentes del evangelio.

El Reino de Cristo

El  no reinó desde los sitios privilegiados ni desde los puestos de influencia. Cristo reinó en el servicio, la entrega y la humildad, en el compromiso con los necesitados y con los desgraciados, con los pecadores y las mujeres de la vida, con los que estaban marginados en la sociedad de entonces: ciegos, leprosos, viudas...

Y sin embargo los cristianos pretendemos hacer un reino de Dios a nuestro gusto y medida, en el que se nos dé incienso adoración y admiración. Es un engaño terrible, fruto del egoísmo humano.

Cristo fue y es Rey por ser testigo de la verdad y del amor sin límites. Y nuestra vida está cargada de mentiras y desamores. Es preciso el cambio y la conversión. Vivir en cristiano es descubrir las exigencias y maravillas del reino de Dios con entrega total y confiada.

Como se expresa ese Reino

-Creer en Dios es creer que el bien es más poderoso que el mal; es creer que, al final, el bien y la verdad habrán de triunfar sobre el mal y la mentira. Quien piense que el mal tendrá la última palabra o que el bien y el mal tienen las mismas probabilidades, es un ateo... La fe en el Reino es estar convencido de que, suceda lo que suceda, el Reino habrá de venir

-Frente a la violencia que siembra de sangre la geografía de nuestro planeta, Jesús nos propone la libertad de quien es capaz de romper con la espiral de violencia, que nunca termina, y devuelve bien por mal

-Frente al miedo que paraliza al hombre y lo reduce a una marioneta, Jesús propone la libertad del amor; ni miedo a Dios, porque es Padre bueno; ni miedo a los hombres, porque son hermanos; el cristiano no puede tener miedo a nada ni a nadie, ni siquiera a la muerte, porque Cristo ha triunfado sobre ella.

-Frente a la esclavitud de buscar el éxito fácil, tan frecuente en nuestro tiempo, Jesús propone buscar el único éxito que merece la pena: el del Reino de Dios.

-Frente a la esclavitud del mal, en cualquiera de sus formas, Jesús se presenta como el liberador que trae el Reino del bien.

-Frente a la esclavitud del sufrimiento, Jesús anuncia la llegada del día en el que los ciegos vean, los cojos caminen, los sordos oigan, los encarcelados vean la luz del sol, los pobres escuchen la buena noticia.

-Frente a la esclavitud de ver el mundo sin futuro, sin salida, nosotros afirmamos en nuestra fe que Jesús ha dado comienzo a un mundo nuevo en el que ya no habrá ni luto, ni llanto, ni muerte, ni dolor pues lo de antes ha pasado y Dios lo hace todo nuevo.

Jesús es el liberador soberano y universal; su Reino es un Reino de libertad y vida; sin liberación no puede haber vida, y sin vida la liberación no es nada.

Ahora, debemos preguntarnos ¿es Cristo mi Rey o el esclavo de mis necesidades e intereses?  

Fuentes: Eucaristía

                 Mercaba  

 

jueves, 1 de noviembre de 2012

¿Cómo, Por qué y Para que el día de Todos los Santos?


Sus inicios

La primera noticia que se tiene del culto a los mártires es una carta que la comunidad de Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte de su santo obispo Policarpo, en el año156. Esta carta habla sobre Policarpo y de los mártires en general. Del contenido de este documento, se puede deducir que la comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban su memoria el día del martirio con una celebración de la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio de Cristo y el de los mártires

Por esto, hay que descender a ese "laberinto de Dios" que son las catacumbas de Roma, para encontrar, en sus minúsculos oratorios la presencia de un culto tributado a los apóstoles y a los mártires por las primitivas comunidades. Aquellos cristianos puros vivieron todas las dimensiones de la resurrección de Jesucristo, como un esquema luminoso de esperanza en la propia resurrección.

De ahí que la Iglesia prohibiese incinerar los cadáveres o arrojarlos, sin honra ni oraciones en los "puticuli" funerales, edificando, en las catacumbas los cementerios.  Cada aniversario del natalicio para la patria del cielo, se celebraba, según atestigua el Líber Pontificalis, una misa sobre sus mismos sepulcros, orlados de flores y de perfumes, que iba, con frecuencia, acompañada por una "vigilia" nocturna de cánticos y de rezos.

El papa Bonifacio recogió de las catacumbas, las sagradas reliquias de los mártires, que en veinticuatro carrozas fueron portadas procesionalmente con himnos triunfales, y expuestas, en fervor de multitud, a la veneración pública. Pero aún no puede hablarse de una fiesta de Todos los Santos. Se atribuyó a este Pontífice la instauración de la misma, incluso con la fecha del 1 de noviembre, como ahora la celebramos, pero aún corren cerca de cien años más, hasta Gregorio IV —827-844—que la fija el día.

Un fruto del Concilio Vaticano II fue reestructurar el calendario del santoral:

Se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia (no por su grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se recuperó la fecha adecuada de las fiestas; se dio al calendario un carácter más universal (santos de todos los continentes y no sólo de algunos).
Sentido de la celebración

Los textos bíblicos y eucológicos de la solemnidad de Todos los Santos describen con precisión el contenido de esta celebración: "celebrar, en una única festividad, los méritos de todos los santos de Cristo". Ahora bien, ya que celebrar los méritos de los santos es lo mismo que celebrar los dones de Dios (San Agustín), esta solemnidad es ciertamente la celebración del fruto mejor del misterio pascual de Cristo.
Que son los Santos para ti

La palabra "santo" fácilmente nos recuerda a señores vestidos con largas túnicas, propias de otras épocas, que llevaron una vida bastante distinta de la de sus contemporáneos (a veces con muchas rarezas) y que, en muchos casos, eran obispos, frailes o monjas.

Esta lamentable idea se saca sin dificultad de cierta imaginería religiosa, no poco frecuente, y de las "vidas de santos" catalogados en el santoral oficial. Nos cuesta imaginarnos un santo con una vida tan normal como la nuestra. Ser santo lo hemos identificado con ser raro, aburrido o absurdamente sacrificado. Naturalmente esta figura de santo tiene poco atractivo. En otras ocasiones identificamos al santo con el ser perfecto y concluimos que deben ser cosas de otras épocas, porque hoy en día hay gente buena y hasta muy buena pero perfecto es algo que no podemos decir de nadie que hayamos conocido.

S. Pedro, citando el A.T., nos dice: "sed santos en toda vuestra conducta como el que os llamó es santo".

No se trata de rezos extraordinarios, ni de reprimir la alegría, ni de sufrir mucho ("¡Cuánto sufrió la pobre. Era una santa!"), ni siquiera en ser moralmente perfectos. La parábola de los talentos nos indica que responder a la gracia de Dios en la proporción en que se nos dio, es la cinta que cada uno debe saltar. (...) Cada uno de nosotros es consciente de lo que Dios puso en sus manos y de lo que en cada momento debe ser el fruto de ese don.

Somos, según frase del filósofo, "lo que somos y lo que nos falta". Nuestro destino es Dios, la felicidad, lo que nos falta.

Fuentes: Mercaba

BEC biblioteca Católica

viernes, 26 de octubre de 2012

Nuestro “Kairos” está aquí y ahora


 “Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve. Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?” (Lucas 12,54-55)

Las señales del tiempo.  En griego se designa al tiempo de dos maneras: el «kronos», o sea, el tiempo que transcurre minuto a minuto, día a día, y del cual podemos llevar un control por medio del reloj, el calendario o la agenda; es el tiempo cuantitativo, y es el que más determina nuestra vida. La otra expresión que se refiere al tiempo es «kairós», que puede entenderse como una coyuntura especial que sucede en el «kronos», pero que tiene la virtud de transformar la vida, de darle dimensiones nuevas a la experiencia de la cotidianidad; el «kairós» no tiene en cuenta el número de días o de años, sino cómo este instante, este día, este año fue vivido, aprovechado o en qué medida nos hizo crecer.

 Los hombres del campo y del mar, mirando el color y la forma de las nubes y la dirección del viento, tienen un arte especial, a veces mejor que los meteorólogos de profesión, para conocer el tiempo que va a hacer. Estos esquemas le permiten anticipar el tiempo venidero y prever las acciones necesarias por si hace calor o por si llueve. Sin embargo, este conocimiento no se extiende más allá al conocimiento de la realidad.

 Pero los judíos de su tiempo y nosotros ahora no tenemos  vista para "interpretar el tiempo presente" y reconocer en Jesús al Enviado de Dios, a pesar de los signos milagrosos que hace. Jesús les llama "hipócritas": porque sí que han visto, pero no quieren creer. Hay algunos -¿nosotros mismos?- muy hábiles en algunas cosas y necios y ciegos para las importantes. Espabilados para lo humano y obtusos para lo espiritual.

Nosotros ya reconocemos en Jesús al Mesías. Pero seguimos, tal vez, sin reconocer su presencia en tantos "signos de los tiempos" y en tantas personas y acontecimientos que nos rodean, y que, si tuviéramos bien la vista de la fe, serían para nosotros otras tantas voces de Dios. Por ejemplo, las ansias de libertad que tienen los pueblos, la solidaridad con los más injustamente tratados, la defensa de los valores ecológicos de la naturaleza, el respeto a los derechos humanos, la revalorización de la mujer en la sociedad, entre otros.

 El pueblo se debe preocupar por descifrar y anticipar las seguirá siendo la eterna víctima de circunstancias que otros previeron y decidieron. Cuando los problemas nos caen encima, cuando nos encontramos con lo que ya es inevitable, entonces nos acordamos de que había que haber puesto las soluciones. Son muchas cosas las que dejamos pasar en nuestra vida. Las dejamos para el día siguiente, pensando que siempre habrá tiempo disponible para...

A los que hacemos esto Jesús nos llama desde el más fuerte "hipócritas". Nos sucede demasiadas veces que tenemos una visión excelente de lo que sucede a otros o de cómo hay que arreglar las cosas, pero no tenemos valor para aceptar y poner en práctica lo que tenemos que hacer con nuestras propias vidas.

Jesús nos recuerda que nos hemos dejado dominar completamente por el «kronos». Somos  libres y responsables para  tomar aquí y ahora las riendas de nuestra vida, tomar las decisiones oportunas y asumir sus consecuencias. ¿Para cuándo vamos a dejar el tomarnos nuestra vida en serio? ¿Cuándo vamos a leer el Evangelio sin miedo? ¿Cuándo nos vamos a reconciliar de verdad con Dios y con nuestros hermanos? ¿Cuándo vamos a salir de nuestro cómodo cascarón y mirar los nubarrones que se ciernen en nuestro horizonte?

Cuando Jesús se queja de esta ceguera voluntaria, emplea la palabra "kairós" para designar "el tiempo presente". Podríamos preguntarnos hoy si tenemos una "visión cristiana" de la historia, de los tiempos, de los grandes hechos de la humanidad y de la Iglesia, viendo en todo un "kairós", una ocasión de crecimiento en nuestra fe. Por ejemplo en el acontecimiento, sencillo, pero profundo y transformador del Año de la FE.

Fuentes: Mercaba

              La Biblia del Peregrino

 

martes, 2 de octubre de 2012

¿Conoces a tu personal protector?


En la Biblia la palabra Ángel significa "Mensajero", un espíritu purísimo que está cerca de Dios para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus mensajes a los seres humanos.  En el siglo II el gran sabio Orígenes señalaba que "los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja".  El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe.

Las referencias bíblicas a los santos ángeles son constantes y bellas. En la escritura, los ángeles son mediadores de mensajes divinos, y guiadores-custodios de los hombres. Afirma a este respecto San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.

La celebración de los Ángeles Custodios tiene sus  raíces bíblicas, y de floración popular muy antigua, Paulo V en 1607, y luego Clemente X (1670-1676) le señaló este día 2 de octubre como fecha conmemorativa.

Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos. En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, han podido ser oídos y vistos materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, el profeta Daniel y Zacarías.


La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser sus mensajeros, cuidar y ayudar a los hombres. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente, descubrir la verdad; por ejemplo tenemos las apariciones a la Virgen María, San José y Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.

Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, cuando muramos, hasta el Trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Éste será el último servicio que nos presten, pero el más importante, pues al morir no nos sentiremos solos. Como ejemplo de ello, tenemos al arcángel Rafael cuando dice a Tobías: “Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor” (Tob 12,12-16).

En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno tiene un ángel custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega a llamar a la puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, ellos creen al principio, que no es Pedro en persona y exclaman: "Será su ángel" (Hechos 12, 15).

Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.
Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. También se les pueden pedir favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinado peligro o las guíen en una situación difícil. San Agustín usa la siguiente  frase: «toda cosa visible está sujeta al poder de un angel» (22).

Si lo conociste, ahora cuida tu Fe

Actualmente se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden “angelitos” de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres. Hay que tener cuidado al comprar estos materiales, pues muchas veces dan a los ángeles atribuciones que no le corresponden y los elevan a un lugar de semi-dioses, los convierten en “amuletos” que hacen caer en la idolatría, o crean confusiones entre las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses. No son lo único que nos puede acercar a Dios ni podemos reducir toda la enseñanza de la Iglesia a éstos. No hay que olvidar los mandamientos de Dios, los mandamientos de la Iglesia, los sacramentos, la oración, y otros medios que nos ayudan a vivir cerca de Dios

Fuentes: ACI Prensa

                Catholic.net

 

 

 

domingo, 23 de septiembre de 2012

SER COMO NIÑOS UN LLAMADO A MI CONVERSIÓN


Para entrar en el reino hay que ser así: disponibles, confiados, simples; hay que abandonarse a la fe con sencillez de niño.

La semejanza del niño, no es una cualidad espontánea, sino que únicamente es posible en la conversión; o sea, forma parte de aquel cambio radical de nuestra persona (mentalidad y comportamiento) que es precisamente la conversión evangélica.

Jesús enseña que el mayor honor es el mayor servicio, que el primero es el que se humilla para servir a todos, si queremos  contar en el reino de Dios, debemos hacernos pequeños, es la actitud  de servicio. Aquí la pequeñez no es ya una situación de hecho, sino una dimensión espiritual, que se traduce concretamente en la actitud del servicio.

Jesús coloca a uno de esos pequeños en medio de ellos y muestra cómo el presente y el futuro de la comunidad están en colocar en el centro no las propias ambiciones.  El que quiera ser el primero, que sea el último; el que quiera ser el primero de todos, que sea el servidor de todos. Es una potente llamada. Si los cristianos no realizamos el estilo de Cristo, ¿de quién somos discípulos?

Sería conveniente que ayudáramos a concretar todo eso según las diversas circunstancias: en el trabajo, revisar si lo que uno pretende es únicamente escalar o si en cambio es capaz de ser solidario con los problemas aunque ello le comporte perjuicios; en casa, revisar si uno refunfuña siempre, o si siempre quiere tener razón, o bien si es capaz de reprimirse y ceder para una mejor convivencia; en el tiempo libre, revisar si uno únicamente busca la tele o cualquier otra evasión, o bien si es capaz de dedicar tiempo a la familia y a labores sociales del tipo que sean; cuando uno tiene dinero y poder, revisar si está convencido de que los menos afortunados tienen tanto derecho como él a vivir bien. Y así sucesivamente.

Mientras que Jesús nos enseña que debemos ser los últimos, disponibles, preocupados más de los demás que de nosotros mismos, servidores y no dueños. No es extraño que los oyentes de Jesús -de entonces y de ahora- nosotros- nos "dé miedo" oír estas cosas.

 Y Jesús, pues, debe volver a explicar y a insistir en el estilo que él propone: se trata de querer vivir toda la vida como servicio; y se trata de saberlo reconocer a él no en los grandes y prestigiosos, sino en los humildes y débiles.

¡Que no tengamos que callar cuando se nos pregunte de qué hablábamos por el camino!

 

Fuente: J. ALDAZÁBAL
                             MISA DOMINICAL

 

 

viernes, 14 de septiembre de 2012

NUESTRA CRUZ A LA MEDIDA DE CRISTO


No existe solamente la cruz de Cristo, existe también nuestra cruz.

Y, entonces, ¿cuál es esta cruz? Lo importante de la cruz es lo que señala y significa, lo que nos dice y nos recuerda; porque la cruz es una señal, la señal de los cristianos. Claro está que todas las señales, igual que las palabras, pueden cambiar poco a poco de sentido, de modo que lleguen a significar incluso lo contrario de lo que ellas querrían decir en su origen. Nos preguntamos si no habrá ocurrido con la cruz lo mismo.

Para recuperar esta conciencia y encontrarnos a nosotros mismos y saber qué debemos hacer como cristianos, habrá que poner en claro lo que significó la cruz para Cristo y debe significar, por lo tanto, para quienes se llaman hoy sus discípulos.

La cruz de Cristo es la contradicción manifiesta de una sociedad competitiva donde se fomenta la rivalidad y la vanagloria. La cruz fue para Cristo la voluntad del Padre cumplida hasta el extremo. Tengamos los mismos sentimientos que tuvo Cristo y no queramos conformarnos a este mundo. Si somos discípulos de Cristo estaremos siempre con él en la cruz

Lo importante es saber que la cruz que no te va bien es precisamente la tuya. La cruz no es un vestido, ni un par de zapatos, que te deben venir a la medida. La cruz jamás va a la medida de tu gusto y de tus exigencias particulares. Desgarra, magulla, araña, arranca la piel, aplasta, doblega...

Y, sin embargo, no hay duda. Para que sea de verdad tuya, la cruz no debe irte bien. Por cualquier lado que la mires, la cruz nunca va bien.

Esa cruz que te viene encima en el momento menos oportuno -una enfermedad, eso  que nunca hubieras esperado, aquella calumnia que te ha dejado sin respiración- Esa cruz que tú no habrías elegido nunca entre otras mil -"una cosa así no debía sucederme a mí"- no hay duda: es "tu" cruz.

Esa cruz que te parece excesiva, disparatada, desproporcionada a tus débiles fuerzas -"es demasiado, no puedo más"- no pertenece a los otros: es la "tuya".

No te hagas ilusiones. No existe una cruz a la medida.

Para ser cruz tiene que estar fuera de medidas. Sólo llevándola te darás cuenta de que esa cruz es "tuya"

Registra por todas partes. Y, si encuentras al final la cruz que te va bien, tírala. Esa, ciertamente, no es la tuya.

Por otra parte, no importa que no sea "tuya" en el momento de partir. Llegará a serlo durante el camino, a través de una cierta familiaridad que se establecerá entre tú y ella.

Al principio se te presentará como si te fuera extraña.

Después descubrirás que es verdaderamente tuya.

 

 

Fuentes:

EL PAN DEL DOMINGO

EDIT. SIGUEME, Salamanca

 

 

martes, 11 de septiembre de 2012

¿Cuál es mi parte de «santidad»?


Para el apóstol Pablo es intolerable que haya pleitos en la comunidad, pero, si los hay, deben resolverse fraternalmente, - lo mejor sería que tuviéramos tanta paciencia que nadie se diera fácilmente por ofendido, sobre todo tratándose de hermanos.

Repaso en mi memoria mis responsabilidades diversas.

¿No es ya para nosotros un fallo tener pleito, hermanos entre hermanos, y esto ante los no creyentes?

¿Qué signo damos a los que nos miran como vivimos? San Pablo apunta aquí muy lejos.

Una familia y una comunidad cristiana deberían saber "lavar la ropa sucia en casa", con una actitud tolerante, imitando la misericordia de Cristo, que refleja la de Dios Padre.

¡Qué impresión más pobre hace el que una familia airee sus tensiones internas con personas ajenas! ¡Qué mal efecto produce el que los miembros de una comunidad parroquial o religiosa hablen mal los unos de los otros! Tendríamos que saber dialogar y resolver nosotros mismos estos "pleitos", cediendo todos un poco y poniendo cada uno su parte de perdón y de capacidad de humor.

Pablo aconseja que los "procesos" se arreglen entre cristianos, escogiendo a los «sabios» o prudentes de entre la comunidad. Esto nos plantea, HOY, la cuestión de la penetración del espíritu evangélico en las «instituciones» civiles, judiciales, políticas y sindicales. Un cristiano no puede poner entre paréntesis su fe, cuando participa en la vida de la sociedad. No es cuestión hoy de que el cristiano «se aparte». El compromiso del cristiano en el mundo no puede ser sólo el del camaleón que toma el color del ambiente.

¡Enorme responsabilidad! ¡Desde luego, sin orgullo! Pero ¡responsabilidad! Luego, ¡deber de crítica y de juicio! Y recordemos que el Reino ya ha empezado: el juicio de Dios -del que participan los cristianos- está actuando ya en los compromisos que los cristianos asumen.

-¿Por qué no preferimos soportar la injusticia? ¿Por qué no dejaros antes despojar? Esto no es un sueño, ¡es literalmente el evangelio!

Antes de decir que esto es imposible, convendría quizá que me preguntara si, en la práctica, el perdón y la paciencia no serían a veces más eficaces que la actitud inversa.

Quién sabe, además, si, ante la escalada aberrante de la violencia, el cristiano no tendrá que distinguirse por su manera de ir contracorriente, sacrificándose él mismo para tomarse el evangelio a la letra...

Pero alguien tiene que romper la espiral de la violencia o del rencor. A todos Dios nos ha tenido que perdonar. Ahora se trata de que nosotros tengamos una actitud semejante de perdón para con los demás, sin estar siempre alzando la bandera de nuestros derechos y de las aparentes ofensas que hemos recibido.

Los injustos no heredarán el Reino de Dios... Ni los impuros,  inmorales, idólatras, adúlteros, invertidos, ladrones, ni los borrachos, difamadores...  y esto fuimos algunos de nosotros, pero hemos sido lavados por el bautismo y estamos llamados a ser «santos».

FUENTE:
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA

sábado, 1 de septiembre de 2012

La ley es necesaria, pero no al estilo de los fariseos


La norma, la ley, es necesaria, y nos sirve de camino para el bien y para la armonía interior y exterior. Pero Jesús critica en los fariseos un estilo defectuoso en su cumplimiento de la ley. Será bueno que hagamos examen de conciencia, por si también nosotros merecemos estas acusaciones.

 Los fariseos exageraban en su interpretación de la ley, creando en los demás un complejo de angustia y opresión; como en el pasaje de hoy la discusión es sobre si tienen que lavarse o no las manos antes de ponerse a comer. ¿Somos así nosotros? ¿Somos capaces de perder la paz, y hacerla perder a otros, por minucias insignificantes en la vida familiar o eclesial? ¿Sabemos distinguir entre lo que tiene verdadera importancia y lo que no?

Lo exterior es bueno -la vida está hecha de detalles-, pero no es lo principal; las actitudes interiores hay que cuidarlas más. Jesús nos dice hoy, por ejemplo, que no es tanto lo que comemos o dejamos de comer, sino nuestros sentimientos interiores y las palabras que salen de nuestra boca lo que importa.

Los fariseos son atacados por Jesús por hipócritas: "Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí". Somos fariseos cuando aparentamos por fuera una cosa y por dentro pensamos o hacemos lo contrario. Es fácil juntar las manos o decir oraciones o cantar o llevar medallas; lo difícil es vivir en cristiano y actuar conforme dicen nuestras palabras.

La Palabra de Dios nos urge hoy, por tanto, a ser cumplidores de la ley y de la voluntad de Dios. Pero con convicción y con amor. No según el estilo de los fariseos, que puede ser el nuestro, tanto si somos jóvenes o mayores.

Un misionero, Vicente Donovan, que pasó diecisiete años en Tanzania. Un anciano cristiano de esa tribu  quería explicar al misionero lo que significaba para él la fe: "No es como cuando un blanco dispara contra un animal con nada más que mover un dedo y a distancia. No. La fe es como cuando un león se abalanza hacia su presa. Su nariz, sus ojos y sus orejas la descubren. Sus patas le dan velocidad. Toda la fuerza de su cuerpo se pone en vilo para dar el salto terrible y el zarpazo mortífero. Y cuando la víctima queda presa el león lo agarra en sus brazos, la atrae hacia sí y la convierte en parte de sí mismo. Así es como mata un león. Así es como cree un hombre. Eso es la fe".

Este misionero quedó en silencio. Tal vez pensó que lo entendía: la fe supone un esfuerzo, a veces doloroso, en busca de Dios. Todo nuestro ser queda comprometido en ese momento. Nuestra alma se pone en vilo, como el león.

Pero el anciano africano no habría terminado:"Nosotros, no fuimos a buscarle, padre. Ni queríamos que viniese. Fue usted quien nos buscó. Se metió en el bosque, en nuestras mismas casas. Nos habló de Dios y nos dijo que debíamos buscarle, sacrificando incluso nuestras tierras o nuestras vidas. Pero nosotros no hicimos nada de esto. Fue Él quien nos buscó y nos encontró.

Siempre nos creemos que nosotros somos el león. Pero, en realidad, el león es Dios". Sí. El león es Dios. Suyo es el Reino y suya es la misión.

El hombre tiene tendencia a refugiarse en la religiosidad y crearse por su cuenta una excusa frente a su negativa para convertirse a la verdad.

Señor, dame fuerzas para ir y hacerlo. Para amar al prójimo y hacer justicia y decir la verdad. Para ser justo y amable y cariñoso. Para servir a todos en tu nombre, con la fe de que al servirles a ellos te sirvo a ti, y haciendo el bien en la tierra conseguiré entrar en tu tienda y «habitar en tu monte santo».

Fuente: MERCABA

sábado, 25 de agosto de 2012

¿PODEMOS IR EN PAZ? Pero no de esa manera.

El primer anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos, igual que el anuncio de la pasión los escandalizó: "Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?' (Jn 6,60). La Eucaristía y la cruz son piedras de tropiezo... "¿También ustedes quieren marcharse?" (Jn 6,67): esta pregunta del Señor resuena a través de las edades, invitación de su amor a descubrir que sólo Él tiene "palabras de vida eterna" (Jn 6,68), y que acoger en la fe el don de su Eucaristía es acogerlo a El mismo" (n. 1336).
Ahora bien, ¿Cuál es la última frase que escuchamos al salir de la Eucaristía?
"Pueden ir en Paz", de donde viene esa expresión.Sobre cualquier traducción se cierne siempre la sombra de alguna pequeña traición, porque traducir no es fácil. En el caso de la despedida de la misa -"Ite, Missa est"- la traducción no ha sido precisamente feliz. De un "id", con la fuerza de un imperativo evangélico (misión, apostolado), se ha pasado a un si lo deseas y desganado subjuntivo -"pueden ir"- interpretado por el pueblo "literalmente" como: "ya podemos ir a hacer lo que queramos, hemos cumplido con nuestro deber".  
Así, domingo tras domingo, la misa ha venido devaluándose hasta llegar a ser no más que un paréntesis religioso en lo profano de nuestra vida. La misa ya no es el lugar de encuentro de los que están unidos en el amor, no es la posibilidad de esclarecer nuestras vidas con la luz de  la palabra de Dios, no es alimento y refuerzo de nuestra debilidad para cumplir el mandato de Cristo de ir al mundo entero a anunciar la Buena Noticia. La misa es, en muchas ocasiones,  un slogan de los católicos (¡somos católicos! ¡Vamos a misa!), con la que intentamos eludir, o en el mejor de los casos, amortizar nuestro compromiso cristiano (y así no hacer lo que Cristo espera de nosotros). La misa se ha convertido en una trampa legal para "querer cumplir con Dios", sin querer cumplir lo que Dios manda.  
Vamos a misa, es decir, ponemos la mano en el arado. Pero volvemos la vista atrás, es decir, después de acabada la celebración litúrgica volvemos a las andadas. Y así abandonamos a Cristo, porque abandonamos la causa de Cristo. ¡Cuántas veces el hecho de abandonar el templo es la señal de abandonar a Cristo, de dejarlo solo! ¿También ustedes -nos dice hoy Jesús- se quieren machar? Y la respuesta hay que darla no sólo con palabras -¿adónde iremos?- ni siquiera con el gesto -hemos venido a misa- sino con las obras. Terminada la misa, hay que reemprender, con más coraje, la misión en el mundo. Podemos ir en paz a cumplir la misión en el mundo, a continuar la obra liberadora de nuestro Señor. Pero no podemos ir en paz a seguir sin hacer nada, como antes.

           Fuente: EUCARISTÍA 1973/50

miércoles, 11 de julio de 2012

EL ABORTO: SUS SECUELAS PSICOFISIOLÓGICAS COMPROBADAS

La Medicina entiende por aborto toda expulsión del feto, natural o provocada, en el período no viable de su vida intrauterino, es decir, cuando no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir. En el lenguaje corriente, aborto es la muerte del feto por su expulsión, natural o provocada, en cualquier momento de su vida intrauterino. El aborto es provocado, se realiza matando al hijo en el seno materno o bien forzando artificialmente su expulsión para que muera en el exterior.
En ocasiones se actúa sobre embarazos de hijos viables, matándolos en el interior de la madre o procurando su muerte después de nacer vivos. Esto no es, médicamente hablando, un aborto, muchas legislaciones lo incluyen en la figura del infanticidio.
Secuelas psíquicas del Aborto

 1.      NECESIDAD DE TRATAMIENTO PSICOLÓGICO:
Un estudio realizado sobre pacientes post-aborto a sólo 8 semanas de haber abortado, los investigadores hallaron que el 44 % se quejaba de trastornos nerviosos, el 36 % había sufrido alteraciones del sueño, el 31 % tenía arrepentimientos por la decisión tomada y al 11 % le habían sido prescritos fármacos psicotrópicos por su médico de cabecera.  Un estudio de cinco años en Canadá detectó que el uso de los servicios médicos y psiquiátricos era sensiblemente mayor el 25 % entre mujeres que habían abortado frente al 3 % del grupo de control. Hay sentimientos reprimidos que son susceptibles de causar afecciones psicosomáticas y psiquiátricas o de conducta.

2.      TRASTORNOS POR ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO:
Un importante muestreo concluyó que al menos un 19 % de mujeres que han abortado padecen trastornos por estrés post-traumático (PTSD). Aproximadamente la mitad presentaba muchos de los síntomas, aunque no todos, y entre un 20 y un 40 por ciento mostraban niveles de estrés que fluctuaban entre moderados y altos. El PTSD es una disfunción psicológica que anula los mecanismos normales de defensa de una persona, derivando en miedo intenso, sensación de estar atrapado, o en pérdida del control. El riesgo se incrementa cuando es percibido con amenazas de lesión física, violación sexual o presencia personal o participación en una muerte violenta. Hay  varias razones para que esto ocurra, entre ellas forzadas por maridos, novios, padres u otros

3.      DISFUNCIÓN SEXUAL:
Entre un treinta y un cincuenta por ciento de mujeres que han abortado declaran sufrir disfunciones sexuales, tanto de breve como de larga duración, que comienza inmediatamente después de sus respectivos abortos. Pueden incluir uno o varios problemas: ausencia de placer en las relaciones, dolor añadido, aversión al sexo o a los hombres en general, o desarrollo de una forma de vida de tipo promiscuo.  

      4.      PLANTEAMIENTOS SUICIDAS E INTENTOS DE SUICIDIO:
Aproximadamente un 60 por ciento de mujeres que experimentan secuelas post-aborto declaran albergar ideas suicidas, con un 28 por ciento que intenta realmente suicidarse, de las cuales la mitad lo ha hecho en dos o más ocasiones.  La tasa de suicidio dentro del año posterior a la práctica del aborto era tres veces más alta que la tasa general femenina, siete veces más elevada que para las mujeres que llevan a término su embarazo, y casi el doble de alta que la de las mujeres que habían sufrido un aborto por causas naturales.  

5.      REFUERZO DEL HÁBITO DE FUMAR CON LOS CORRESPONDIENTES EFECTOS NEGATIVOS PARA LA SALUD:
6.      ABUSO DEL ALCOHOL Y  DE LAS DROGAS:
7.      DESCUIDO DE LOS NIÑOS O CONDUCTA ABUSIVA HACIA ELLOS, DIVORCIO Y   PROBLEMAS CRÓNICOS DE RELACIÓN:
8.      MUERTE:
Las primeras causas de muerte en relación con el aborto son hemorragia, infección, embolia, anestesia, y embarazos ectópicos sin diagnosticar. El aborto legal constituye la quinta causa de muerte de gestantes en los EE. UU, aunque de hecho se sabe que la mayoría de muertes relacionadas con el aborto no son registradas oficialmente como tales.
 
9.      CÁNCER DE MAMA:
El riesgo de cáncer de mama casi se dobla después de un aborto e incluso se incrementa aún más con dos o más abortos.

10.  CÁNCER DE OVARIOS, HÍGADO Y CUELLO UTERINO:
Las mujeres con un aborto se enfrentan a un riesgo relativo de 2.3 de cáncer cervical, en comparación con las mujeres que no han abortado. Estos porcentajes se incrementan por  la interrupción no natural de los cambios hormonales que acompañan al embarazo, así como a la lesión cervical no tratada.  

       11.  PERFORACIÓN DE ÚTERO:
Entre un 2 y un 3 % de las pacientes de aborto pueden sufrir perforación del útero; es más, la mayoría de estas lesiones quedarán sin ser diagnosticadas ni tratadas. El daño en el útero puede complicarse en ulteriores embarazos y eventualmente puede acarrear problemas que requieran una histerectomía, lo que de por sí puede conllevar diversas complicaciones adicionales y lesiones que incluyen la osteoporosis.

12.  DESGARROS CERVICALES (cuello del útero):
En al menos un uno por ciento de abortos realizados en el primer trimestre se producen importantes desgarros cervicales que requieren sutura.

       13.  PLACENTA PREVIA :
El aborto incrementa el riesgo de placenta previa en ulteriores embarazos (una circunstancia que pone en peligro tanto la vida de la madre como su embarazo deseado), en una escala de entre siete y quince.
       14.  RECIÉN NACIDOS DISCAPACITADOS EN POSTERIORES EMBARAZOS:El aborto se asocia con lesiones cervicales y uterinas que pueden incrementar el riesgo de parto prematuro, complicaciones en el parto y desarrollo anormal de la placenta en posteriores embarazos. Estas complicaciones reproductivas constituyen las causas principales de las minusvalías en recién nacidos.  

15.  EMBARAZO ECTÓPICO:
El aborto está relacionado de forma importante con un riesgo añadido de embarazos ectópicos posteriores. Los embarazos ectópicos, a su vez, amenazan la vida y pueden llevar a un descenso en la fertilidad.  
       16.  AFECCIÓN INFLAMATORIA PÉLVICA
Aproximadamente un 5 % de pacientes que no han sido infectados por clamidia desarrollan dentro de las 4 semanas posteriores a un aborto realizado durante el primer trimestre.

       17.  ENDOMETRITIS:
La endometritis representa un riesgo post-aborto para todas las mujeres, pero en especial para las adolescentes, las cuales tienen una probabilidad 2.5 veces mayor de contraer endometritis después de un aborto que las mujeres con edades entre 20 y 29 años.

18.  COMPLICACIONES INMEDIATAS:
Alrededor de un 10 % de mujeres que se someten a un aborto provocado sufrirán complicaciones inmediatas, de las cuales aproximadamente un quinto (2 %) tienen la consideración de riesgo mortal. Las nueve grandes complicaciones más comunes que pueden darse durante la práctica del aborto son: infección, efusión excesiva de sangre, embolia, desgarro o perforación del útero, complicaciones de la anestesia, convulsiones, hemorragia, lesión cervical y "shock" endotóxico. Las complicaciones 'menores' más comunes incluyen: infección, efusión de sangre, fiebre, quemaduras de segundo grado , dolor abdominal crónico, vómitos, problemas gastro-intestinales, y sensibilización del Rh  .
La cuestión del aborto provocado, ¿es sólo un problema científico, político o social? Ciertamente, no. Esta cuestión es, desde luego, un problema científico, político y social grave. Pero también es, y en gran medida, un serio problema moral para cualquiera, sea o no creyente.  Continuara…

Fuentes: ACI PRENSA Y PRO VIDA INTERNACIONAL