viernes, 26 de octubre de 2012

Nuestro “Kairos” está aquí y ahora


 “Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve. Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?” (Lucas 12,54-55)

Las señales del tiempo.  En griego se designa al tiempo de dos maneras: el «kronos», o sea, el tiempo que transcurre minuto a minuto, día a día, y del cual podemos llevar un control por medio del reloj, el calendario o la agenda; es el tiempo cuantitativo, y es el que más determina nuestra vida. La otra expresión que se refiere al tiempo es «kairós», que puede entenderse como una coyuntura especial que sucede en el «kronos», pero que tiene la virtud de transformar la vida, de darle dimensiones nuevas a la experiencia de la cotidianidad; el «kairós» no tiene en cuenta el número de días o de años, sino cómo este instante, este día, este año fue vivido, aprovechado o en qué medida nos hizo crecer.

 Los hombres del campo y del mar, mirando el color y la forma de las nubes y la dirección del viento, tienen un arte especial, a veces mejor que los meteorólogos de profesión, para conocer el tiempo que va a hacer. Estos esquemas le permiten anticipar el tiempo venidero y prever las acciones necesarias por si hace calor o por si llueve. Sin embargo, este conocimiento no se extiende más allá al conocimiento de la realidad.

 Pero los judíos de su tiempo y nosotros ahora no tenemos  vista para "interpretar el tiempo presente" y reconocer en Jesús al Enviado de Dios, a pesar de los signos milagrosos que hace. Jesús les llama "hipócritas": porque sí que han visto, pero no quieren creer. Hay algunos -¿nosotros mismos?- muy hábiles en algunas cosas y necios y ciegos para las importantes. Espabilados para lo humano y obtusos para lo espiritual.

Nosotros ya reconocemos en Jesús al Mesías. Pero seguimos, tal vez, sin reconocer su presencia en tantos "signos de los tiempos" y en tantas personas y acontecimientos que nos rodean, y que, si tuviéramos bien la vista de la fe, serían para nosotros otras tantas voces de Dios. Por ejemplo, las ansias de libertad que tienen los pueblos, la solidaridad con los más injustamente tratados, la defensa de los valores ecológicos de la naturaleza, el respeto a los derechos humanos, la revalorización de la mujer en la sociedad, entre otros.

 El pueblo se debe preocupar por descifrar y anticipar las seguirá siendo la eterna víctima de circunstancias que otros previeron y decidieron. Cuando los problemas nos caen encima, cuando nos encontramos con lo que ya es inevitable, entonces nos acordamos de que había que haber puesto las soluciones. Son muchas cosas las que dejamos pasar en nuestra vida. Las dejamos para el día siguiente, pensando que siempre habrá tiempo disponible para...

A los que hacemos esto Jesús nos llama desde el más fuerte "hipócritas". Nos sucede demasiadas veces que tenemos una visión excelente de lo que sucede a otros o de cómo hay que arreglar las cosas, pero no tenemos valor para aceptar y poner en práctica lo que tenemos que hacer con nuestras propias vidas.

Jesús nos recuerda que nos hemos dejado dominar completamente por el «kronos». Somos  libres y responsables para  tomar aquí y ahora las riendas de nuestra vida, tomar las decisiones oportunas y asumir sus consecuencias. ¿Para cuándo vamos a dejar el tomarnos nuestra vida en serio? ¿Cuándo vamos a leer el Evangelio sin miedo? ¿Cuándo nos vamos a reconciliar de verdad con Dios y con nuestros hermanos? ¿Cuándo vamos a salir de nuestro cómodo cascarón y mirar los nubarrones que se ciernen en nuestro horizonte?

Cuando Jesús se queja de esta ceguera voluntaria, emplea la palabra "kairós" para designar "el tiempo presente". Podríamos preguntarnos hoy si tenemos una "visión cristiana" de la historia, de los tiempos, de los grandes hechos de la humanidad y de la Iglesia, viendo en todo un "kairós", una ocasión de crecimiento en nuestra fe. Por ejemplo en el acontecimiento, sencillo, pero profundo y transformador del Año de la FE.

Fuentes: Mercaba

              La Biblia del Peregrino

 

martes, 2 de octubre de 2012

¿Conoces a tu personal protector?


En la Biblia la palabra Ángel significa "Mensajero", un espíritu purísimo que está cerca de Dios para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus mensajes a los seres humanos.  En el siglo II el gran sabio Orígenes señalaba que "los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja".  El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe.

Las referencias bíblicas a los santos ángeles son constantes y bellas. En la escritura, los ángeles son mediadores de mensajes divinos, y guiadores-custodios de los hombres. Afirma a este respecto San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.

La celebración de los Ángeles Custodios tiene sus  raíces bíblicas, y de floración popular muy antigua, Paulo V en 1607, y luego Clemente X (1670-1676) le señaló este día 2 de octubre como fecha conmemorativa.

Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos. En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, han podido ser oídos y vistos materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, el profeta Daniel y Zacarías.


La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser sus mensajeros, cuidar y ayudar a los hombres. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente, descubrir la verdad; por ejemplo tenemos las apariciones a la Virgen María, San José y Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.

Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, cuando muramos, hasta el Trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Éste será el último servicio que nos presten, pero el más importante, pues al morir no nos sentiremos solos. Como ejemplo de ello, tenemos al arcángel Rafael cuando dice a Tobías: “Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor” (Tob 12,12-16).

En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno tiene un ángel custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega a llamar a la puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, ellos creen al principio, que no es Pedro en persona y exclaman: "Será su ángel" (Hechos 12, 15).

Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.
Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. También se les pueden pedir favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinado peligro o las guíen en una situación difícil. San Agustín usa la siguiente  frase: «toda cosa visible está sujeta al poder de un angel» (22).

Si lo conociste, ahora cuida tu Fe

Actualmente se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden “angelitos” de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres. Hay que tener cuidado al comprar estos materiales, pues muchas veces dan a los ángeles atribuciones que no le corresponden y los elevan a un lugar de semi-dioses, los convierten en “amuletos” que hacen caer en la idolatría, o crean confusiones entre las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses. No son lo único que nos puede acercar a Dios ni podemos reducir toda la enseñanza de la Iglesia a éstos. No hay que olvidar los mandamientos de Dios, los mandamientos de la Iglesia, los sacramentos, la oración, y otros medios que nos ayudan a vivir cerca de Dios

Fuentes: ACI Prensa

                Catholic.net