El corazón del mensaje de Dios es la misericordia. “Quiero
misericordia y no sacrificios”, el Papa repitió las palabras de Jesús a los
fariseos que critican al Señor que comió con los pecadores. Y los publicanos –
explicó - “eran doblemente pecadores, porque eran apegados al dinero y también
traidores a la patria” porque cobraban los impuestos a su pueblo por cuenta de
los romanos. Jesús, entonces, ve a Mateo, el publicano, y lo mira con misericordia.
En un primer momento Jesús lo ve y este hombre siente algo de
nuevo, algo que no conocía - aquella mirada de Jesús sobre él - siente un
estupor dentro, siente la invitación de Jesús: ‘¡Sígueme! ¡Sígueme!’. En aquel
momento, este hombre está lleno de gozo, pero también duda un poco, porque es
muy apegado al dinero. Sólo bastó un momento en el que Mateo dice si, deja todo
y va con el Señor. Es el momento de la misericordia recibida y aceptada: ‘¡Sí,
vengo contigo!’. Es el primer momento del encuentro, una experiencia espiritual
profunda”.
“Luego viene un segundo momento: la fiesta”, “el Señor festeja con los pecadores”: se festeja la misericordia de Dios que “cambia la vida”. Después de estos dos momentos, el estupor del encuentro y la fiesta, viene “el trabajo cotidiano”, anunciar el Evangelio: “Se debe alimentar este trabajo con la memoria de aquel primer encuentro, de aquella fiesta". Y esto no es un momento, esto es un tiempo: hasta el final de la vida .
“Luego viene un segundo momento: la fiesta”, “el Señor festeja con los pecadores”: se festeja la misericordia de Dios que “cambia la vida”. Después de estos dos momentos, el estupor del encuentro y la fiesta, viene “el trabajo cotidiano”, anunciar el Evangelio: “Se debe alimentar este trabajo con la memoria de aquel primer encuentro, de aquella fiesta". Y esto no es un momento, esto es un tiempo: hasta el final de la vida .
La memoria. ¿Memoria de qué? ¡De aquellos hechos! ¡De aquel
encuentro con Jesús que me ha cambiado la vida! ¡Que tuvo misericordia! Que ha
sido tan bueno conmigo y que también me ha dicho: ‘¡Invita a tus amigos
pecadores, para que hagan fiesta!’. Aquella memoria da fuerza a Mateo y a los
demás para ir adelante. ‘¡El Señor me ha cambiado la vida! ¡He encontrado al
Señor!’. Recuerden siempre. "Es como soplar sobre las brasas de aquella
memoria, ¿no? Soplar para mantener el fuego, siempre”.
¡Dejémonos mirar por la misericordia de Jesús, hagamos fiesta y hagamos memoria de esta salvación!”.
¡Dejémonos mirar por la misericordia de Jesús, hagamos fiesta y hagamos memoria de esta salvación!”.
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