miércoles, 31 de julio de 2013

Testimonio de una mujer que aborto quince veces.


Deseo de verdad que mis hijas no tengan que verse nunca sobre la camilla de una clínica abortiva”.
Irene Vilar (Arecibo, Puerto Rico, 1969) es una mujer culta, educada y madre de dos hijas que vive desde hace más de 20 años en Estados Unidos donde trabaja como editora y escribe su tercer libro. Sabe que sus escritos levantan ampollas porque tratan temas delicados sin ponerse, ni poner al lector paños calientes.
“Desde los 16 hasta los 33 años aborté quince veces”, resume la escritora de manera casi estadística la historia que narra en su último libro, Maternidad imposible (Lengua de Trapo, 2012). “Este libro trata de las relaciones desviadas que las mujeres podemos tener con nuestra fecundidad y nuestra sexualidad y sobre las que no nos atrevemos a hablar.
  “No soy adicta al aborto, tenía una depresión profunda”
Irene narra en este libro su historia de amor y abuso con un hombre 37 años mayor que ella, que la convenció de que no debía tener hijos si quería tener una buena vida de pareja y triunfar como escritora. Pero no lo culpa a él, ni a nadie, de todos su males, pues Irene está convencida de que la historia de su familia y la de su propio país tuvieron mucho que ver en la neurosis que ella desarrolló en torno al embarazo. “Vengo de una familia con dos hermanos drogradictos, una madre adicta al Valium y con depresión crónica que se suicidio tirándose de un coche”.

En un primer momento parece que Irene intente justificar sus quince abortos, sus decisiones, culpando a los demás. Pero a medida que avanza el libro y se profundiza en sus respuestas, se entiende que Vilar busca entender qué le pasó, pero asumiendo siempre y en todo momento su responsabilidad. “Yo jugaba a la ruleta rusa con mis píldoras, desafiaba a mi marido, a mi madre, a mi abuela, a mi país cuando me quedaba embarazada, era como decirle que hacía con mi cuerpo lo que quería, era una forma de control”, explica.

 Durante la lectura de Maternidad imposible es inevitable no plantearse constantemente la misma pregunta. ¿Por qué no ponía medios para no quedarse en estado? “Los tomaba, pero jugaba con ellos. Sentía el riesgo, se me olvidaba tomar la pastilla, mi pareja no quería hijos pero tampoco ponía medios... La conclusión es que el problema era otro: la pastilla controla el ciclo reproductivo, no tu psique. Eso es mucho más complejo de controlar”. Pero la realidad es que mi enfermedad era otra: sufría una depresión profunda”, explica esta mujer que también intentó suicidarse en varias ocasiones.

Ahora Irene tiene 42 años y un marido con el que vive feliz en Colorado y dos hijas de 7 y 5 años. En la página 266 de Maternidad imposible se puede leer lo siguiente: “Mi historia es una perversión tanto del deseo maternal como del aborto, enmarcada por un procedimiento legal del que yo abusaba”. Irene reconoce su responsabilidad y cabe preguntarle si ve el aborto con otros ojos: “La maternidad me ha redimido y aunque sigo estando a favor del derecho de la mujer a decidir, deseo de verdad que mis hijas no tengan que verse nunca sobre la camilla de una clínica abortiva”.

Fuente: Pro-vida

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