sábado, 22 de diciembre de 2012

Jesús se deja encontrar si lo necesitas


En la Biblia, las experiencias más profundas de fe se dan prácticamente, en las personas con  pocas  posibilidades humanas. Un muchacho sin armas vence al guerrero más fuerte, un pueblecito pequeño como Belén aporta más que una gran ciudad orgullosa de sí misma, una mujer embarazada y marginada es la gran madre de las posibilidades humanas, un Jesús pobre e impotente sacude al César fuerte y poderoso, un ciego tullido descubre la luz en lugar de Pilatos que permanece en la oscuridad a pesar de todos sus medios.

"Mira también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella a quien llamaban estéril, porque nada hay imposible para Dios" (Lc 1, 36-37). María, que sabe leer los signos de los tiempos y que posee un sentido concreto de la llamada de Dios, comprende rápidamente el sentido de la llamada particular que se le dirige: lleva tu ayuda a tu prima.

MEDITACIÓN SOBRE LA VISITACIÓN

PRIMER MISTERIO
María, madre siempre disponible, haz que a semejanza tuya, sepamos reconocer en nuestra vida, en los signos concretos, las llamadas de Dios y que respondamos, como tú hiciste, de manera concreta. Ruega a tu Hijo para que me conceda ver esos signos: un familiar, un enfermo que necesita ser visitado, un hermano de la iglesia o un amigo en apuros, un joven en crisis, comprender la llamada que Dios puede dirigirme a través de una circunstancia particular. Que al mirarte, María, sabiéndome llamado y queriendo responder de manera concreta, comprometiendo algo de mi vida y de mi tiempo, vaya yo contigo hacia la tarea que Dios me confía tratando de poner allí mi fidelidad.
    Dios te salve, María...

SEGUNDO MISTERIO

María se pone pues en camino y quiero imaginar que va en compañía de José. Consideremos este camino que harán juntos como ejemplo del camino que tenemos que hacer para reunirnos con los demás. Porque es cierto que existe una distancia entre nuestros hermanos y nosotros. Estamos llamados a rebasar esta distancia...

Vas con lo poco que eres y tienes. Tú aceptas lo poco que eres capaz de dar; te acercas a tu prima con tus pobres medios. Al contemplarte, María, comprendo que debo ir hacia los otros con los pequeños medios de que dispongo. "Nuestra Señora de los pequeños medios, ruega por nosotros". Que al mirarte, María, sabiéndome llamado y queriendo responder de manera concreta, comprometiendo algo de mi vida y de mi tiempo, vaya yo contigo hacia la tarea que Dios me confía tratando de poner allí mi fidelidad.

    Dios te salve, María...

TERCER MISTERIO.

María camina no sólo en pobreza sino también en humildad. Mientras, nosotros observamos sin cesar el efecto que causamos. Si tengo un puesto importante, ¿tienen los demás plena conciencia de la importancia de mi misión? Si tengo un puesto modesto, ¿nadie se da cuenta de que valgo para más? Analizo sin cesar y experimento el choque del efecto producido. Tú, María, eres la que soñarían ser todas las mujeres de Israel, eres la Madre del Mesías de una manera simple y gratuita. Eres la Virgen pura y limpia. Consientes en paz al designio de Dios sobre ti y el lugar que ocupas. Que tu oración del Espíritu Santo purifique, María, mi corazón a fin de que me abandone en la paz, confiando en sus manos mis actividades y los trabajos que estoy llamado a desempeñar. Todo está en tus manos y no en las mías. Ojalá guardemos la fidelidad a esta oración del pobre; estar contigo, en presencia de Dios, sin grandes ideas, sin otras palabras que las tan perfectamente conocidas de la salutación evangélica.

Dios te salve, María...

CUARTO MISTERIO.

María camina silenciosamente. Esto no quiere decir que esté encerrada en sí misma. Hay silencios que están replegados sobre sí y son una negativa a exponerse a los hermanos o simple actitud exterior. Tú nos invitas a hacer lo mismo, porque tenemos la tentación de pensar que el silencio es bueno para los monjes. Ojalá podamos imitándote, adquirir el silencio del corazón y comprendamos lo que antes no comprendíamos... "Sí, es cierto, me equivoqué, no comprendí que tenía que hacer esto o aquello. Pero ahora, en el silencio, encuentro el verdadero camino de la comunicación con los demás". Comunícame, María, tu pasión por tener un corazón silencioso para poder amar mejor a mis hermanos.

Dios te salve, María...

QUINTO MISTERIO.

Al observar a María y a Isabel, sabemos en la fe que Dios se comunica en este acto fraternal. Dios se comunica con los hombres cada vez que los hombres hacen un verdadero gesto fraternal y por consiguiente, pobre, humilde y silencioso. Que resida en cada uno de nosotros el alma de María. Que por la oración de María se nos otorgue esa pobreza, esa humildad, ese corazón silencioso a fin de que se manifieste en nosotros y en torno de nosotros la gloria de Dios.
 
Dios te salve, María...

Dichoso el que cree y estos días espera que algo importante ocurra, porque su vida cambiará como la de los padres que esperan a un niño que viene y llena la casa de alegría.

Fuente: MERCABA

sábado, 15 de diciembre de 2012

Nuestro Cardenal hablo del encuentro de Jesucristo con los pobres


CIUDAD DEL VATICANO, Viernes 14 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Durante los días en que duró el congreso internacional Ecclesia in America, organizado por la Comisión Pontificia para América Latina, había una figura con un especial relevancia por su conocimiento del tema, así como por la historia que lleva consigo su gobierno pastoral.Nos referimos al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo en República Dominicana, jurisdicción que detenta a la vez el título de Primada de América, dado que allí llegó el evangelio desde España.

¿Qué importancia ha tenido este encuentro a los 15 años del Sínodo para América?--Card. López Rodríguez: Indiscutiblemente, es de una gran importancia. En aquella época en que el papa quiso hacer el Sínodo, yo estaba como presidente del Celam, y me alegró mucho porque ví en esa decision del papa una proyeccion de la Iglesia en este continente –y en los demás--, hacia los 2000 años de la venida de Jesucristo al mundo. Hoy nos ponemos en sintonía con aquel momento histórico.

Usted estuvo también cuando el hoy beato Juan Pablo II habló en 1983 por primera vez en América Latina, sobre la Nueva Evangelización. ¿Cómo se ha venido madurando esta idea? ¿Cree que se ha ha entendido, o que ya ha encontrado su campo de cultivo? --Card. López Rodríguez: Los grandes momentos que hemos tenido en América Latina, especialmente con Juan Pablo II desde Puebla y Santo Domingo --aunque Aparecida no le tocó--, han sido momentos en que se ha ido avanzando en esta toma de conciencia de la evangelización de América. Y hoy por hoy, lo digo por mi país República Dominicana, estamos empeñados en profundizar en el tema de la evangelización. Disculpen la inmodestia, pero yo estoy en programas de televisión, de radio, con los jóvenes, y de verdad que me alegra mucho ver la sintonía de la gente joven que quiere que se le hable del tema. Ellos quieren que se les ayude a profundizar en el tema de la evangelización.
Usted tiene el privilegio de ser el arzobispo de la Diócesis primada de América. A poco más de 500 años de la evangelización ¿cuáles son los desafios que tiene la Nueva Evangelización?--Card. López Rodríguez: Hay problemas muy graves en América Latina, incluyendo mi país, porque vemos el recrudecimiento de un narcotráfico despiadado, muertes salvajes, crímenes de todas las formas. Así es que aparte de lo que ya conocemos de tipo atávico, como son los problemas sociales, la injusticia, una gran pobreza, todo esto ya es un desafío a la evangelización. Jesucristo se encontró con muchos pobres, pero Él respondió en su momento a lo que esa gente pobre necesitaba. Es decir, debemos darles una respuesta desde la persona de Cristo, del evangelio; ese es el espejo en que tenemos que vernos hoy día y decirle a esta América nuestra que el evangelio es el mismo hoy que hace dos mil años.
Se ha hablado mucho en el Sínodo de la Nueva Evangelización, sobre un “nuevo impulso” por parte de los pastores. ¿Cómo debe ser el presbítero de estos tiempos? --Card. López Rodríguez: Debe ser una persona con los pies en la tierra, que sepa qué nos toca hacer hoy día, con qué gente contamos, a quién nos dirigimos… Esto lo insisto mucho a los seminaristas y presbíteros, de que no podemos perder de vista que estamos en una realidad concreta, histórica, que nos exige dar respuestas muy concretas a las realidades que tenemos delante.
Son realidades que “claman al cielo”, ¿no?
--Card. López Rodríguez: Tenemos países con grandes contrastes sociales, con una situación política muy preocupante, y con gente que tiene el poder en sus manos y tampoco solucionan los problemas. 

Y con un alto nivel de corrupción que se lleva lo ganado…
--Card. López Rodríguez: La corrupción es un mal endémico, preocupante, que nos deja a todos desconcertados. En mi país hemos sacado documentos muy claros, categóricos, y lo hemos hecho reiterativamente; o sea no es que la Iglesia no lo haya dicho: yo prácticamente estoy todos los días en los medios de comunicación, hablando de lo que sucede. Es verdad que es una situación en la que habrá que esperar mucho más de la ayuda del Señor, y pedirle que nos de el valor, el acierto, la clarividencia para saber adónde apuntar.

Entrevista al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo

Por José Antonio Varela Vidal

 

 

sábado, 1 de diciembre de 2012

Estamos llegando al fin o al comienzo, solo Tú decides

Al comenzar el tiempo litúrgico del Adviento, que nos llevará a celebrar el acontecimiento de la Encarnación del Hijo de Dios nos enfrentamos a un dilema que, necesariamente hemos de resolver en un sentido u otro: repetir nuevamente un ciclo litúrgico, con su comienzo hoy, su duración de aproximadamente un mes y su conclusión en el día de Navidad, como tantas veces hemos hecho, como tantas veces haremos, o tomarnos en serio este tiempo especial y hacer de él una experiencia única e irrepetible que nos haga avanzar en nuestra vivencia cristiana.
Tiempo que será tan lleno o tan vacío como sea llena o vacía la fiesta que pretendemos preparar:
a) Sera la expectativa de regalos, comidas, tragos y doble sueldo o únicamente el arreglo del árbol de Navidad... 
b) O una profundización del misterio de la Encarnación, que nos lleve a una vivencia más honda de nuestra relación personal y comunitaria con Jesucristo, el Señor, y de nuestra proyección cristiana en este mundo.
Conscientes de que la manera más eficaz de superar un vacío no es criticarlo, sino llenarlo de contenido, debemos reflexionar seriamente sobre el misterio de Adviento, plenos de confianza de que su luz y su fuerza son tan poderosas que pueden hacer recobrar el sentido a un tiempo que amenaza ahogarse solo en lo “comercial". Esta vivencia profunda y auténtica del Adviento hace girar nuestras vidas alrededor de dos focos, que no se oponen, sino que se integran, dinamizándola, sin embargo, con su saludable tensión:
a) El foco de la primera venida del Señor en Navidad y el foco de su segunda venida al final de los tiempos;
b) El foco de la fe en algo que ya comenzó y la esperanza en algo que aún queda por venir;
Es la saludable tensión entre Encarnación y Escatología, entre tiempo y eternidad, entre Historia y "más allá de la Historia", entre el "Ya" y "Aún no"
 La integración de ambos focos en una real vivencia es la que le da a la existencia cristiana toda su autenticidad. Todas estas polarizaciones negativas desgarran la integración cristiana que precisamente pretende superar toda dicotomía, todo divorcio entre oración y acción, entre conversión personal y compromiso social, entre alabanza a Dios y entrega al servicio del hombre, entre filiación y fraternidad... es una actitud de "cabeza levantada en expectativa de una liberación plena" que el Señor nos concederá como don gratuito "más allá de la Historia".
Pero el mismo Evangelio nos recuerda tareas temporales muy concretas, que si bien aparecen en tono negativo, no son menos urgentes: "Tener cuidado: no llenar nuestra vida con el vicio, la bebida y la preocupación por el dinero, no vaya a ocurrir que se nos eche encima de repente aquel día."
Se nos pide explícitamente un esfuerzo de liberación personal que traducido a nuestro lenguaje moderno diría: "Libérate de una sociedad de consumo que te esclaviza con sus falsos valores del standard de vida, del confort, del placer, de la moda, del sexo... y que mata en ti toda vigilante expectativa del Reino de Dios y paraliza en ti todo esfuerzo por hacerlo realidad en tu mundo."
En cambio: "Prepara ya desde ahora la plena liberación: superando el egoísmo por el amor, el vicio por la gracia, los desgarradores abismos sociales por la fraternidad, el lujo y el derroche por la austeridad, el hambre insaciable de lucro y ganancia por la justicia social, la búsqueda incansable de placer por la mortificación, para alcanzar el don gratuito que nos ofrece el Señor al final de los tiempos como comunión indestructible consigo mismo y como comunión, libre de todo egoísmo, con los hombres".
Sí. Podemos iniciar el Adviento teniendo en cuenta de que nos exige un cambio. A lo largo de estas cuatro semanas la liturgia de la Iglesia nos va a poner ante la urgencia de hacer hueco en nuestra vida a Alguien que viene.
Todo lo anterior es lo que podemos llamar la pedagogía del Adviento. Quizá nos puede resultar algo repetitivo, que nos suena de otros años, pero la realidad es que este Adviento está por estrenar y no sabemos qué dones nos reserva el Señor.
La esperanza cristiana no es simplemente estar a la espera, no es aguardar, sino preparar los caminos para la pronta venida del Señor.  En lenguaje bíblico lo que llamamos fin del mundo habría que llamarlo "el futuro del mundo". Es la transformación del mundo, no su aniquilación. El mundo es el lugar de la encarnación de Dios. Es evidente que la creación y la redención no actúan la una contra la otra, sino la una en la otra... Hay que tomarse este mundo en serio. Dios se lo ha tomado tan en serio que le dio a su propio Hijo (Jn 3,16).
Fuentes: GERMÁN SCHMITZ
Obispo Auxiliar de Lima/Perú
Mercaba