miércoles, 5 de junio de 2013

Papa expresa: En esta "cultura de lo descartable" la vida humana no se respeta, ni se protege



La persona ya no se percibe como valor primordial que debe ser respetado y protegido, especialmente si son pobres o discapacitados, si todavía no sirve --como el niño por nacer--, o no sirve más, como los ancianos.
Con motivo de la presente Jornada Mundial del Medio Ambiente,  el santo padre Francisco en su discurso, ha centrado su meditación en el tema "Cultivar y custodiar la creación", Cuando hablamos de medio ambiente, de la creación, mi pensamiento se dirige a las primeras páginas de la Biblia, al libro del Génesis, donde se dice que Dios puso al hombre y a la mujer en la tierra para que la cultiven y la custodien (cf. 2,15). Y me surgen unas preguntas: ¿Qué significa cultivar y custodiar la tierra? ¿Realmente estamos cultivando y custodiando la creación? ¿O la estamos explotando y olvidando?

La Iglesia ha insistido en varias ocasiones; y muchos dicen: sí, es justo, es verdad... pero el sistema sigue como antes, porque lo que domina es la dinámica de una economía y de unas finanzas carentes de ética.
Quien hoy dispone no es el hombre, es el dinero, el dinero, la plata manda. Y Dios nuestro Padre ha dado el encargo de custodiar la tierra, y no el dinero, sino a nosotros: a los hombres y a las mujeres. ¡Nosotros tenemos esta tarea! En cambio a los hombres y a las mujeres se les sacrifica ante los ídolos del lucro y del consumo: es la "cultura de lo descartable".

Esta "cultura de lo descartable" tiende a convertirse en la mentalidad común que nos contagia a todos. La vida humana, la persona ya no se percibe como valor primordial que debe ser respetado y protegido, especialmente si son pobres o discapacitados, si todavía no sirve --como el niño por nacer--, o no sirve más, como los ancianos.
Recordemos, sin embargo, ¡que la comida que se desecha es como si fuese robada de la mesa de los pobres, de los hambrientos! Invito a todos a reflexionar sobre el problema de la pérdida y el desperdicio de los alimentos, para que se identifiquen las vías y los medios de evitarlo, de manera que enfrentando seriamente este problema, ustedes sean vehículo de la solidaridad para compartir con los más necesitados.

En la fiesta del Corpus Christi, habíamos leído la historia del milagro de los panes: Jesús alimenta a la multitud con cinco panes y dos peces. Y la conclusión del relato: "Comieron todos hasta saciarse y recogieron los pedazos que habían sobrado: doce cestas" (Lc. 9,17). Jesús les pide a sus discípulos que nada se pierda: ¡ningún desperdicio! Este es el hecho de las doce cestas: ¿Por qué doce? ¿Qué significa?, esto nos dice que cuando la comida se comparte de manera justa, con solidaridad, no se priva a nadie de lo necesario, cada comunidad puede ir al encuentro de los más pobres y necesitados. Ecología humana y ecología ambiental caminan juntos.

 

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