Uno de los más grandes desafíos que tiene la Iglesia Católica para este milenio, es conducir a los hombres nuevamente hacia Dios y creemos que no podemos permitirnos el ser timoratos, ni mucho menos omisos, en divulgar tan invalorable medio como es, sin duda, el lienzo de Turín.
Por qué, como nos decía el Santo Padre Benedicto XVI en su visita al Santuario de la Santa Faz de Manoppello, creemos que: «todos nosotros, como dicen los Salmos, "buscamos el rostro del Señor"… Juntos tratemos de conocer cada vez mejor el rostro del Señor y de encontrar en el rostro del Señor la fuerza de amor y de paz que nos muestra también el camino de nuestra vida» y la Sábana Santa es sin duda un medio particularmente privilegiado para encontrarnos con el rostro del Señor.
A todos nos gustaría escuchar, y en el fondo es la gran pregunta que todos nos hacemos y me incluyo en primera persona; si es la Sábana Santa de Turín el único testigo mudo del hecho más extraordinario de toda la historia de la humanidad: la Pasión, Muerte y Resurrección de Dios-Hombre, nuestro Señor Jesucristo. Por consiguiente, es necesario tener claro ¿cuál es el grado de confiabilidad y autenticidad que podemos llegar analizando esta mortaja dada su intrínseca relación con Jesús de Nazaret?
¿Podemos afirmar que la Sábana Santa de Turín es verdadera?
Un criterio, nos decía Juan Pablo II, será el aproximarnos a «la Sábana Santa sin actitudes preconcebidas que den por descontado resultados que no son» y el mismo Papa nos invita «a actuar con libertad interior y respeto solícito, tanto en lo que respecta a la metodología científica como a la sensibilidad de los creyentes».
Debemos distinguir la verdad y la verificabilidad del objeto en cuestión ya que esto último implica entrar en un ámbito donde el científico debe reconocer sus límites ante una realidad que lo sobrepasa: el misterio.
La ciencia, como medio para conocer la verdad de la realidad, se engrandece en el momento que reconoce sus límites y los busca sobrepasar acudiendo a conocimientos que van más allá de su competencia. «La ciencia se basa en el criterio de la verificabilidad, pero la verdad no es identificable exclusivamente con lo que puede ser verificado.
Si en realidad todo lo que es verificable es ciertamente verdad, no todo lo que es verdad es ciertamente verificable. La ciencia debe por tanto reconocer y respetar la existencia de campos de competencia diferente al propio, como los de la filosofía y de la teología. A ellas aguardan iguales derechos y posibilidades en la búsqueda de la verdad».
¿Cuál debe de ser el criterio - sea histórico, científico o religioso - que debe de utilizarse? y ¿cuál es el nivel de certeza que se necesita para establecer definitivamente la autenticidad de la Sábana Santa? Este problema ciertamente no es sencillo. Juan Pablo II ha sido claro al afirmar que este problema no es competencia del Magisterio de la Iglesia ya que la Sábana Santa no es un objeto de fe sino que es un objeto histórico único y particular.
Las conclusiones a las que han llegado los diversos estudios científicos sobre la imagen del cuerpo en la Sábana Santa son las siguientes: 1.La imagen es el resultado de haber envuelto un cadáver marcado por unas 700 heridas; 2.es el resultado por haber estado envolviendo un cadáver crucificado entre 30 y 36 horas; 3.el desvanecimiento del cuerpo se ha dado sin dejar marcas y 4.finalmente, el mecanismo de transferencia de la imagen en el lienzo se ha dado por medio de un cambio en las fibras superficiales del lienzo y es de origen desconocido. No existe nada parecido a la Sábana Santa.
Por lo tanto podemos afirmar con un alto grado de certeza que la Sábana Santa al ser un objeto único es un objeto irreproducible e inimitable. No existe nada que pueda asemejársele, por lo tanto no podría ser considerado falso en sí mismo. El enigma científico sobre el mecanismo de transferencia de la imagen de un cadáver a un lienzo es la verdad interna de la Sábana Santa. Cualquier prueba externa al lienzo podría ser falsificable por ser reproducible. Solamente la Santa Sábana es en sí misma la prueba de su propia autenticidad y su propia certificación. Es un objeto que no puede ser explicado pero que es real y existe. Es por eso que, el recordado Juan Pablo II, nos decía: «Este preciosísimo lienzo, con su elocuencia dramática, nos ofrece el mensaje más significativo para nuestra vida: la fuente de toda existencia cristiana es la redención que nos consiguió el Salvador, que asumió nuestra condición humana, sufrió, murió y resucitó por nosotros. La Sábana Santa nos habla de todo esto. Es un testimonio único».
Algunas consideraciones importantes
Para tener una recta aproximación a la Sábana Santa. Un punto es que «la fe es ante todo la adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana».
Esta verdad revelada por Dios mismo al hombre se da un momento histórico-temporal y ella está contenida en el llamado depositum fidei (depósito de la fe): es decir las Sagradas Escrituras y la Sagrada Tradición. Este es el fundamento de nuestra fe y no es otro. «Creemos a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos». Adherirse-creer en estas verdades sobrenaturales es absolutamente necesario para poder alcanzar la salvación eterna y es por eso que contamos con la directa ayuda-gracia de Dios «que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede "a todos gusto en aceptar y creer la verdad"».
Fuentes: Enciclopedia ACI PRENSA
Blog de Rafael de La Piedra
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