Sus inicios
La primera
noticia que se tiene del culto a los mártires es una carta que la comunidad de
Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte de su santo
obispo Policarpo, en el año156. Esta carta habla sobre Policarpo y de los
mártires en general. Del contenido de este documento, se puede deducir que la
comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban su memoria el día
del martirio con una celebración de la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde
estaban sus tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio
de Cristo y el de los mártires
Por esto, hay
que descender a ese "laberinto de Dios" que son las catacumbas de
Roma, para encontrar, en sus minúsculos oratorios la presencia de un culto
tributado a los apóstoles y a los mártires por las primitivas comunidades.
Aquellos cristianos puros vivieron todas las dimensiones de la resurrección de
Jesucristo, como un esquema luminoso de esperanza en la propia resurrección.
De ahí que
la Iglesia prohibiese incinerar los cadáveres o arrojarlos, sin honra ni
oraciones en los "puticuli" funerales, edificando, en las catacumbas
los cementerios. Cada aniversario del
natalicio para la patria del cielo, se celebraba, según atestigua el Líber
Pontificalis, una misa sobre sus mismos sepulcros, orlados de flores y de
perfumes, que iba, con frecuencia, acompañada por una "vigilia"
nocturna de cánticos y de rezos.
El papa
Bonifacio recogió de las catacumbas, las sagradas reliquias de los mártires,
que en veinticuatro carrozas fueron portadas procesionalmente con himnos
triunfales, y expuestas, en fervor de multitud, a la veneración pública. Pero
aún no puede hablarse de una fiesta de Todos los Santos. Se atribuyó a este
Pontífice la instauración de la misma, incluso con la fecha del 1 de noviembre,
como ahora la celebramos, pero aún corren cerca de cien años más, hasta
Gregorio IV —827-844—que la fija el día.
Un
fruto del Concilio Vaticano II fue reestructurar el calendario del santoral:
Se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia (no por su grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se recuperó la fecha adecuada de las fiestas; se dio al calendario un carácter más universal (santos de todos los continentes y no sólo de algunos).
Sentido
de la celebraciónSe disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia (no por su grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se recuperó la fecha adecuada de las fiestas; se dio al calendario un carácter más universal (santos de todos los continentes y no sólo de algunos).
Los
textos bíblicos y eucológicos de la solemnidad de Todos los Santos describen
con precisión el contenido de esta celebración: "celebrar, en una única
festividad, los méritos de todos los santos de Cristo". Ahora bien, ya que
celebrar los méritos de los santos es lo mismo que celebrar los dones de Dios
(San Agustín), esta solemnidad es ciertamente la celebración del fruto mejor
del misterio pascual de Cristo.
Que
son los Santos para ti
La
palabra "santo" fácilmente nos recuerda a señores vestidos con largas
túnicas, propias de otras épocas, que llevaron una vida bastante distinta de la
de sus contemporáneos (a veces con muchas rarezas) y que, en muchos casos, eran
obispos, frailes o monjas.
Esta
lamentable idea se saca sin dificultad de cierta imaginería religiosa, no poco
frecuente, y de las "vidas de santos" catalogados en el santoral
oficial. Nos cuesta imaginarnos un santo con una vida tan normal como la
nuestra. Ser santo lo hemos identificado con ser raro, aburrido o absurdamente
sacrificado. Naturalmente esta figura de santo tiene poco atractivo. En otras
ocasiones identificamos al santo con el ser perfecto y concluimos que deben ser
cosas de otras épocas, porque hoy en día hay gente buena y hasta muy buena pero
perfecto es algo que no podemos decir de nadie que hayamos conocido.
S.
Pedro, citando el A.T., nos dice: "sed santos en toda vuestra conducta
como el que os llamó es santo".
No se
trata de rezos extraordinarios, ni de reprimir la alegría, ni de sufrir mucho
("¡Cuánto sufrió la pobre. Era una santa!"), ni siquiera en ser
moralmente perfectos. La parábola de los talentos nos indica que responder a la
gracia de Dios en la proporción en que se nos dio, es la cinta que cada uno
debe saltar. (...) Cada uno de nosotros es consciente de lo que Dios puso en
sus manos y de lo que en cada momento debe ser el fruto de ese don.
Somos,
según frase del filósofo, "lo que somos y lo que nos falta". Nuestro
destino es Dios, la felicidad, lo que nos falta.
Fuentes:
Mercaba
BEC
biblioteca Católica
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