La oración de los fieles católicos y de la Iglesia entera se
eleva durante el cónclave para elegir al Sucesor de Pedro.
La responsabilidad de
elegir al Sumo Pontífice le toca directamente a los cardenales electores, pero
toda la Iglesia, todos los católicos, tenemos la grave obligación de encomendar
constantemente a los electores al Espíritu Santo durante el tiempo en que se
desarrolle el cónclave.
Es un deber de hijos
de Dios pues también somos Iglesia. La fidelidad al Papa se demuestra también,
y con mayor razón, durante el proceso de elección del Sucesor de Pedro.
Encomendar a los cardenales electores es muestra del amor a la Iglesia y de
nuestro compromiso y fidelidad como católicos.
Detalles del cónclave
En la mañana del día
fijado para el comienzo del cónclave, reunidos en la Basílica de San Pedro, los
cardenales electores celebran la Misa votiva Pro eligendo Papa. Por la tarde,
los electores acuden en procesión a la Capilla Sixtina.
El cardenal
camarlengo, ayudado desde fuera de la Capilla por el sustituto de la Secretaría
de Estado, vigila que la elección se desenvuelva bajo las normas de reserva y
discreción previstas.
Antes de la
promulgación de la Universi Dominici Gregis había tres modos de elección del
Romano Pontífice: per acclamationem seu inspirationem (por aclamación o
inspiración), per compromissum (por compromiso) y per scrutinium (por
escrutinio).
La elección por escrutinio, el único modo actualmente
válido, tiene lugar a través de la votación, individual y secreta, de los
Cardenales electores. Está prescrito que se deben realizar dos votaciones cada
día, además de una votación la tarde en que comienza el cónclave. Para que sea
válida la elección debe contar con dos tercios de los votos.
Para la elección del nuevo Papa, el cardenal elegido debe
haber recibido un mínimo de 77 votos de los 115 posibles, según recordó esta
mañana el Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede.
Respondiendo a una
pregunta de los periodistas en la conferencia de prensa de esta mañana, el
sacerdote jesuita explicó que el nuevo Papa deberá obtener dos tercios de los
votos posibles, es decir, por lo menos 77 votos.
Las congregaciones
generales, los cardenales procederán al sorteo de los cuartos para cada uno en
la Casa Santa Marta. Durante el tiempo que dure el Cónclave los cardenales
podrán confesarse cuando así lo deseen. El artículo 74 prevé que, si después de
24 escrutinios los Cardenales no consiguen ponerse de acuerdo sobre el Cardenal
elegido, podrán decidir por mayoría absoluta el modo de proceder, pero nunca se
deberá prescindir del requisito de exigir mayoría simple para que sea válida la
elección.
Después de cada
elección se queman las papeletas. La tradición indica que los Cardenales
provoquen con paja seca o húmeda que el humo sea negro, si no se ha elegido al
Papa, o blanco si se ha elegido al nuevo Romano Pontífice: es la conocida
fumata negra o fumata blanca, que suele ver el pueblo romano desde la plaza de
San Pedro.
La legislación
canónica no impone requisitos para ser elegido Papa: por lo tanto, se deben
considerar requisitos los propios del derecho divino para ser Obispo, es decir,
ser varón con pleno uso de razón. En la práctica, sin embargo, desde hace
muchos siglos el elegido ha sido siempre Cardenal.
Una vez elegido, el
Cardenal Decano pregunta al elegido si acepta su elección canónica como Sumo
Pontífice. Si el elegido que es Obispo acepta, desde ese momento adquiere de
hecho la plena y suprema potestad sobre la Iglesia universal. Una vez que ha
aceptado, le pregunta el nombre por el que quiere ser llamado. Si el elegido no
es Obispo, se procede inmediatamente a su ordenación episcopal.
Los Cardenales a
continuación le rinden homenaje y le prestan obediencia. Después el primero de
los Cardenales Diáconos -es decir, el Cardenal Protodiácono- anuncia desde el
balcón de la Basílica Vaticana al pueblo reunido en la plaza de San Pedro la
elección del nuevo Papa, usando la tradicional fórmula: “Nuntio vobis gaudium
magnum: habemus Papam!”. El Romano Pontífice imparte la bendición Urbi et Orbi.
De acuerdo con el
artículo 90, si el elegido se encuentra fuera de la Ciudad del Vaticano, “deben
observarse las normas del mencionado Ordo rituum Conclavis”
El artículo 92 indica que “el Pontífice, después de la
solemne ceremonia de inauguración del pontificado y dentro de un tiempo
conveniente, tomará posesión de la Patriarcal Archibasílica Lateranense, según
el rito establecido”.
Fuentes: Encuenra.com
ACI Prensa
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