martes, 12 de marzo de 2013

Los Cardenales a votar y todos a orar

Hay tres momentos muy delimitados donde intervienen directamente los cardenales electores. A saber, una es la ‘pre-votación’, le sigue la 'votación' misma, para completar luego el proceso con la ‘post-votación’.
Para esta 'votación' y las que seguirán, han tenido que elegir tres ‘escrutadores’, tres ‘enfermeros’ y tres ‘revisores’. Antes de explicar los otros dos, diremos que quizás los enfermeros tuvieron la alta responsabilidad de ir con una urna hasta las habitaciones de aquellos cardenales que estén enfermos, e impedidos de llegar hasta la Capilla Sixtina. Allí escuchan su juramento, para luego traer al recinto del Cónclave los votos recogidos –-incluso escrito por los mismos ‘enfermeros’ u otro cardenal escogió por el enfermo, si este está incapacitado de hacerlo.
En el caso de los ‘escrutadores’, estos fueron elegidos entre los presentes (si sale uno que está enfermo, se sortea nuevamente) y tienen la delicada tarea de asegurar el buen procedimiento de la votación. Por lo tanto deben coordinar para que los cardenales reciban las suficientes papeletas en blanco, para lo cual serán asistidos por los cerimonieri pontificios. Estos últimos dejarán luego a los electores solos, quien podrán así juramentar y votar en secreto, con libertad y transparencia.
Se añade a este momento, la advertencia a toda el aula para que distorsionen lo más posible su grafía, a fin de que –-como dice la norma--, nunca pueda reconocerse quién votó por quién...
Cada cardenal –-en orden de precedencia (obispos, presbíteros y diáconos)--, se acercó con su voto doblado y a vista de todos, lo depositó en la urna, previo juramento ante Cristo en el que afirmaba “dar su voto a quien considera que debe ser elegido”. Así prosigue el proceso hasta que todos hayan depositado su voto, incluidos aquellos de los enfermos, si los hubo.
Uno de los 'escrutadores' mezcló los votos y luego los extrajo para contarlos, pues antes de leer su contenido, tiene que confirmarse que el número coincida con el número de electores. Dice la norma que si esto no fuera así, se deben quemar todos los papeles y proceder a una nueva votación.
Digamos que sí coincidieron, así es que sigamos para adelante. Es entonces el momento de que el primero de los ‘escrutadores’ extrae uno a uno los votos, los lee en silencio, para pasarlos a la vez al segundo ‘escrutador’, quien habiéndolos leído los pasa al tercero.
Este último tiene la función de leerlo ahora sí en voz alta y lo anota en una hoja preparada para tal fin. Tiene que hacer a la vez malabares, porque debe “coser” los votos y luego anudar el manojo, a fin de que "se conserven mejor", dice la norma.
Es importante saber que cada cardenal elector encuentra sobre la mesa, una hoja para llevar su propio conteo, la cual tendrá que devolver al final de la votación para que se queme con los demás papeles. Como se ve, todo queda en casa…
¿Y hay votos nulos? La norma califica así a aquellos votos que vienen con más de un nombre escrito o cuando los ‘escrutadores’ encuentran dos votos pegados de la misma persona con nombres diferentes. Pero si en ambos votos "pegados", está escrito el mismo nombre, este es válido como un solo voto.
Si todo salió bien, entonces se pasó a la tercera, la 'post-votación', donde entrarán a tallar también los 'revisores'.
En la última fase de la 'post-votación', los escrutadores sumaron todos los votos que cada uno de los papables obtuvo. Pero (siempre hay un pero), en el conteo de votos ningún cardenal obtuvo dos tercios de los votos…, lo que hicieron constar como tal. Ni los demás electores pudieron estar seguros de nada, hasta que se supieran las cifras oficiales; aún así lo hubieran llevado escrito en las hojitas famosas...
Esto debido a que solo se puede cantar victoria –o no--, cuando los 'revisores' dan su última palabra. Y la dieron esta vez, y lo vimos todos a través de las “señales de humo”: non habemus papam.
Fueron los mismos escrutadores, quienes apoyados en el secretario del Colegio Cardenalicio y de los cerimonieri --llamados para tal fin--, los que procedieron a quemar los votos y demás papeles relacionados con la primera votación.
Como ha reseñado el padre Lombardi, portavoz vaticano, para obtener el humo blanco o negro, hoy se le añade unas gotas de algún material químico no especificado. Osea, otro “secreto bien guardado”...
¿Acaso podrán votar sin límite...?
La norma ha previsto esto, es decir sobre la posibilidad de que los cardenales electores no encuentren un papa a quien darle la confianza.  
Es claro lo que se dice, en el sentido de que si por tres días no llegan a elegir a un papa, el Cónclave debe suspenderse por un día para dedicarlo a la oración y al libre intercambio de opiniones entre los cardenales; estos escucharán también una breve exhortación espiritual del cardenal que sea el primero en el orden de los Diáconos.
Si al volver a votar, no obtuviera ninguno la mayoría después de siete escrutinios, se procederá a lo mismo, salvo que la exhortación la hará esta vez el cardenal que sea el primero en el orden de los Presbíteros. Y aunque nadie lo quisiera, pero si pasan otras siete votaciones y no hay nada, tendrán que conversar entre ellos de nuevo, rezar un poco más y esta vez escuchar al mayor de todos en precedencia, es decir al cardenal que sea el primero en el orden de los Obispos.
El primer día han votado, porque la mayoría lo vio conveniente, pues la norma deja entrever que es algo opcional... Vimos todos que salió una “fumata” negra, así es que no eligieron al pontífice.
Los Cardenales a votar y todos a orar
Fuente: ZENIT
                   CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE MOTU PROPRIO NORMAS NONNULLAS
                   DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI SOBRE ALGUNAS MODIFICACIONES DE LAS NORMAS RELATIVAS               Normas Nonnullas al dedillo…

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