El mal del mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el
maligno, que ha sembrado el mal en medio al bien: a nosotros hombres nos es
imposible separarlos netamente, pero Dios, al final, podrá hacerlo. Lo dijo el
Papa Francisco este domingo en la Plaza de San Pedro antes de la oración del
Ángelus, en la que comentó la parábola de Jesús de la semilla buena y de la
cizaña, propuesta por la liturgia dominical. Aquí Cristo enfrenta el problema
del mal en el mundo y pone de relieve la paciencia de Dios, el propietario del
campo, explicó el Papa, contrapuesta a la impaciencia de los siervos, que como
nosotros tienen "una gran prisa en juzgar, en clasificar, en poner de un
lado a los buenos, y del otro a ...
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