No
existe solamente la cruz de Cristo, existe también nuestra cruz.
Y,
entonces, ¿cuál es esta cruz? Lo importante de la cruz es lo que señala y
significa, lo que nos dice y nos recuerda; porque la cruz es una señal, la
señal de los cristianos. Claro está que todas las señales, igual que las
palabras, pueden cambiar poco a poco de sentido, de modo que lleguen a
significar incluso lo contrario de lo que ellas querrían decir en su origen. Nos
preguntamos si no habrá ocurrido con la cruz lo mismo.
Para
recuperar esta conciencia y encontrarnos a nosotros mismos y saber qué debemos
hacer como cristianos, habrá que poner en claro lo que significó la cruz para
Cristo y debe significar, por lo tanto, para quienes se llaman hoy sus
discípulos.
La
cruz de Cristo es la contradicción manifiesta de una sociedad competitiva donde
se fomenta la rivalidad y la vanagloria. La cruz fue para Cristo la voluntad
del Padre cumplida hasta el extremo. Tengamos los mismos sentimientos que tuvo
Cristo y no queramos conformarnos a este mundo. Si somos discípulos de Cristo
estaremos siempre con él en la cruz
Lo importante
es saber que la cruz que no te va bien es precisamente la tuya. La cruz no es
un vestido, ni un par de zapatos, que te deben venir a la medida. La cruz jamás
va a la medida de tu gusto y de tus exigencias particulares. Desgarra, magulla,
araña, arranca la piel, aplasta, doblega...
Y,
sin embargo, no hay duda. Para que sea de verdad tuya, la cruz no debe irte
bien. Por cualquier lado que la mires, la cruz nunca va bien.
Esa
cruz que te viene encima en el momento menos oportuno -una enfermedad, eso que nunca hubieras esperado, aquella calumnia
que te ha dejado sin respiración- Esa cruz que tú no habrías elegido nunca
entre otras mil -"una cosa así no debía sucederme a mí"- no hay duda:
es "tu" cruz.
Esa
cruz que te parece excesiva, disparatada, desproporcionada a tus débiles
fuerzas -"es demasiado, no puedo más"- no pertenece a los otros: es
la "tuya".
No
te hagas ilusiones. No existe una cruz a la medida.
Para
ser cruz tiene que estar fuera de medidas. Sólo llevándola te darás cuenta de
que esa cruz es "tuya"
Registra
por todas partes. Y, si encuentras al final la cruz que te va bien, tírala.
Esa, ciertamente, no es la tuya.
Por
otra parte, no importa que no sea "tuya" en el momento de partir.
Llegará a serlo durante el camino, a través de una cierta familiaridad que se
establecerá entre tú y ella.
Al
principio se te presentará como si te fuera extraña.
Después
descubrirás que es verdaderamente tuya.
Fuentes:
EL
PAN DEL DOMINGO
EDIT.
SIGUEME, Salamanca
Muy cierto
ResponderEliminarGracias por su comentario
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