viernes, 14 de septiembre de 2012

NUESTRA CRUZ A LA MEDIDA DE CRISTO


No existe solamente la cruz de Cristo, existe también nuestra cruz.

Y, entonces, ¿cuál es esta cruz? Lo importante de la cruz es lo que señala y significa, lo que nos dice y nos recuerda; porque la cruz es una señal, la señal de los cristianos. Claro está que todas las señales, igual que las palabras, pueden cambiar poco a poco de sentido, de modo que lleguen a significar incluso lo contrario de lo que ellas querrían decir en su origen. Nos preguntamos si no habrá ocurrido con la cruz lo mismo.

Para recuperar esta conciencia y encontrarnos a nosotros mismos y saber qué debemos hacer como cristianos, habrá que poner en claro lo que significó la cruz para Cristo y debe significar, por lo tanto, para quienes se llaman hoy sus discípulos.

La cruz de Cristo es la contradicción manifiesta de una sociedad competitiva donde se fomenta la rivalidad y la vanagloria. La cruz fue para Cristo la voluntad del Padre cumplida hasta el extremo. Tengamos los mismos sentimientos que tuvo Cristo y no queramos conformarnos a este mundo. Si somos discípulos de Cristo estaremos siempre con él en la cruz

Lo importante es saber que la cruz que no te va bien es precisamente la tuya. La cruz no es un vestido, ni un par de zapatos, que te deben venir a la medida. La cruz jamás va a la medida de tu gusto y de tus exigencias particulares. Desgarra, magulla, araña, arranca la piel, aplasta, doblega...

Y, sin embargo, no hay duda. Para que sea de verdad tuya, la cruz no debe irte bien. Por cualquier lado que la mires, la cruz nunca va bien.

Esa cruz que te viene encima en el momento menos oportuno -una enfermedad, eso  que nunca hubieras esperado, aquella calumnia que te ha dejado sin respiración- Esa cruz que tú no habrías elegido nunca entre otras mil -"una cosa así no debía sucederme a mí"- no hay duda: es "tu" cruz.

Esa cruz que te parece excesiva, disparatada, desproporcionada a tus débiles fuerzas -"es demasiado, no puedo más"- no pertenece a los otros: es la "tuya".

No te hagas ilusiones. No existe una cruz a la medida.

Para ser cruz tiene que estar fuera de medidas. Sólo llevándola te darás cuenta de que esa cruz es "tuya"

Registra por todas partes. Y, si encuentras al final la cruz que te va bien, tírala. Esa, ciertamente, no es la tuya.

Por otra parte, no importa que no sea "tuya" en el momento de partir. Llegará a serlo durante el camino, a través de una cierta familiaridad que se establecerá entre tú y ella.

Al principio se te presentará como si te fuera extraña.

Después descubrirás que es verdaderamente tuya.

 

 

Fuentes:

EL PAN DEL DOMINGO

EDIT. SIGUEME, Salamanca

 

 

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