Cardenal Joachim
Meissner : ¡Buenos días!
–Su Eminencia,
Navidad, ¿Qué es lo que va a predicar usted esta noche?
–Esa es una buena
pregunta. El tema del sermón de Navidad realmente no se puede elegir. El
contenido de la fiesta de Navidad es tan abrumador, que el Dios eterno se ha
convertido en uno de nosotros, un hombre, que no se puede predicar sobre nada
más. Esto también alegra a la gente en última instancia, y también nos da
una perspectiva real para el presente y el futuro de nuestra vida.
–Este Dios nace
en una familia. Los temas familia y matrimonio son actuales, el debate sobre la
divorciados vueltos a casar parece dividir a la Iglesia en Alemania. ¿Cuál es
su posición?
–Querido señor
Liminski, en todo momento, la Iglesia, especialmente los obispos junto con
el Papa tiene el encargo de ejemplificar ante los hombres la obediencia a la
Palabra de Dios. Los Obispos también comparten con el Papa el Magisterio.
Pero siempre cum Petro et sub Petro, es decir, por debajo de Pedro y con
Pedro. Así que cualquier disenso entre la enseñanza del Papa y el obispo es
teóricamente inconcebible. Déjeme añadir algo más: Desde tiempos
inmemoriales la Iglesia está convencida de que la unidad de Cristo con su
Iglesia, que es su cuerpo, es normativa también para el matrimonio. Y el
apóstol Pablo lo dice explícitamente: «El matrimonio es un misterio
profundo. Yo lo refiero a Cristo y la Iglesia». Y Cristo dice entonces,
lógicamente, que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. A esto no hay
realmente nada más que añadir. Puede usted pensar tal vez que esto se lo lanzo
como un disparo. Es que todos los días me veo confrontado con estas cuestiones
y por eso su pregunta no era nueva para mí.
–Esta no es la
misma posición, idéntica, que la de su colega Zollitsch. Él llama a una mayor
integración en la vida comunitaria, también una integración de las personas
divorciadas. Y cree que en Roma también habría diferentes opiniones sobre esto.
Así que la de la CDF, por tanto, no contaría más que las otras. ¿Entonces, qué
es lo que tiene validez?
–Sr. Liminski,
escuche por una vez a un viejo obispo. En mi última visita al Papa Francisco
pude hablar muy francamente con el Santo Padre sobre todos los temas. Y también
le dije que cuando habla en forma de entrevistas y breves discursos se
quedan algunas preguntas abiertas, que para los no iniciados deberían en
realidad precisarse más. El Papa me miró fijamente y me dijo que le
mencionara un ejemplo.
Y mi respuesta fue
entonces que a su regreso de Río a Roma, mientras viajaba en el avión, se le
mencionó el problema de los divorciados vueltos a casar. Entonces el Papa
simplemente me respondió: «los divorciados pueden comulgar, pero no así los
divorciados vueltos a casar. En la Iglesia Ortodoxa se pueden casar dos
veces». Hasta ahí su declaración.
Luego habló de la
misericordia que, sin embargo, a mi modo de ver, y así se lo dije, en este país
siempre se interpreta como un sustituto de todas las posibles faltas del
hombre. Y el Papa me respondió muy enérgico que era un hijo de la Iglesia
Católica, y que él no dice otra cosa que lo que la Iglesia enseña. Y la
misericordia debe ser idéntica a la verdad, de lo contrario no merece el nombre
de la misericordia.
Y, por lo demás,
él me dijo expresamente que cuando ciertas cuestiones teológicas se
mantienen abiertas, entonces la importante Congregación para la Doctrina de la
Fe está ahí, para aclarar y formular detalladamente. También debe pensar
que antes del Concilio el propio Papa era el presidente de esta congregación, y
ella es, en el orden curial, la que está en el primer puesto, ahora lo mismo
que antes. No se puede hablar del Prefecto como si fuera un ciudadano
particular, sólo porque él anteriormente fuera miembro de la Conferencia
Episcopal (alemana).
–Ahora el Papa ha
iniciado una encuesta de opinión acerca de la familia y el matrimonio y la
moral sexual de cara al Sínodo del próximo otoño. Y para Colonia ya hay
resultados. Así se observa que en la población se van las cosas de modo
diferente que en Roma. ¿No debería, debe, adaptarse la iglesia?
–También dije con
anterioridad que la Iglesia tiene que adaptarse a la Palabra de Dios y no a la opinión
de la gente. Debemos, como
Iglesia, conocer la opinión de la gente, para después proclamar la Palabra de
Dios en función de esto. Pero adaptarse al modo que usted pregunta no es una
categoría del Evangelio. Es sorprendente que, por ejemplo, la Iglesia
Evangélica Luterana, con su documento de toma de posición sobre la temática de
la sexualidad, se haya alineado totalmente con el llamado espíritu de los
tiempos en los asuntos de la sexualidad. Y, ¿cómo se ve en la situación de
la Iglesia Evangélica Luterana? He oído decir que los números de abandono de
la iglesia luterana son ahí aún más altos que los nuestros. De manera que,
en última instancia, este éxodo no puede deberse a la cuestión de la
sexualidad.
–El ZdK (comité
central de los católicos alemanes) lo ve un poco diferente. El Presidente Glück
aboga por adaptarse e integrar plenamente a los divorciados vueltos a casar, es
decir, admitirles también a la Eucaristía. El ZdK quiere casarse con el
espíritu de los tiempos, se podría decir. Ahí desertan unidades enteras de los
ejércitos cristianos. ¿No tiene miedo del aislamiento?
–Bueno, no conozco
el miedo al aislamiento. En la escuela primaria, en Turingia, yo era el único
chico católico. Y siempre estaba en medio y no me dejaba aislar. La misión
del ZdK es hacer visible y efectivo el Evangelio en las dimensiones de lo
secular, es decir, en el mundo. Y aquí, este gremio debe dejarse hacer
realmente en serio la pregunta: ¿Se han mantenido fieles a su misión y la
vocación?
¿Y formula usted,
en este contexto, la pregunta de si yo he de temer un cierto aislamiento? Lo
que yo tengo es auténtica preocupación por las personas que deforman a
conveniencia su propia fe en lugar de aceptarla respetuosamente como el mismo
Cristo nos la ha confiado. Esto no trae ninguna solución. En el siglo IV,a
raíz de la herejía de los arrianos, se decía que de la noche a la mañana, la
Iglesia se había vuelto arriana. Pero eso no quedó así. Se convirtió en
católica de nuevo. Y por eso, por hostiles que sean los números, no me asustan.
Debo decir que simplemente debemos preguntarnos lo que Dios quiere.
Y la Iglesia
sabe desde hace 2.000 años que lo que Dios ha unido el hombre no lo puede
separar. Otra cuestión diferente es la de si todos los matrimonios son
realmente válidos. Si debería haber criterios nuevos que permitieran dictaminar
si un matrimonio no ha tenido lugar realmente y no es válido. Pero esa es otra
cuestión. Ahí no se trata de la admisión de los divorciados vueltos a casar a
la Santa Comunión.
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