viernes, 27 de diciembre de 2013

Cardenal Meissner: «El Papa me respondió: los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar»


El cardenal y arzobispo de Colonia, S.E.R Joachim Meissner, ha concedido una entrevista en la que explica el contenido de su último encuentro con el Papa. Sobre la cuestión de la comunión a los divorciados vueltos a casar, afirma que el Santo Padre le dio una respuesta muy clara: «los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar» y que la postura de Mons. Müller es la del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que está en el primer puesto jerárquico de la Curia.
Cardenal Joachim Meissner : ¡Buenos días!

–Su Eminencia, Navidad, ¿Qué es lo que va a predicar usted esta noche?

–Esa es una buena pregunta. El tema del sermón de Navidad realmente no se puede elegir. El contenido de la fiesta de Navidad es tan abrumador, que el Dios eterno se ha convertido en uno de nosotros, un hombre, que no se puede predicar sobre nada más. Esto también alegra a la gente en última instancia, y también nos da una perspectiva real para el presente y el futuro de nuestra vida.

Este Dios nace en una familia. Los temas familia y matrimonio son actuales, el debate sobre la divorciados vueltos a casar parece dividir a la Iglesia en Alemania. ¿Cuál es su posición?

–Querido señor Liminski, en todo momento, la Iglesia, especialmente los obispos junto con el Papa tiene el encargo de ejemplificar ante los hombres la obediencia a la Palabra de Dios. Los Obispos también comparten con el Papa el Magisterio. Pero siempre cum Petro et sub Petro, es decir, por debajo de Pedro y con Pedro. Así que cualquier disenso entre la enseñanza del Papa y el obispo es teóricamente inconcebible. Déjeme añadir algo más: Desde tiempos inmemoriales la Iglesia está convencida de que la unidad de Cristo con su Iglesia, que es su cuerpo, es normativa también para el matrimonio. Y el apóstol Pablo lo dice explícitamente: «El matrimonio es un misterio profundo. Yo lo refiero a Cristo y la Iglesia». Y Cristo dice entonces, lógicamente, que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. A esto no hay realmente nada más que añadir. Puede usted pensar tal vez que esto se lo lanzo como un disparo. Es que todos los días me veo confrontado con estas cuestiones y por eso su pregunta no era nueva para mí.

–Esta no es la misma posición, idéntica, que la de su colega Zollitsch. Él llama a una mayor integración en la vida comunitaria, también una integración de las personas divorciadas. Y cree que en Roma también habría diferentes opiniones sobre esto. Así que la de la CDF, por tanto, no contaría más que las otras. ¿Entonces, qué es lo que tiene validez?

–Sr. Liminski, escuche por una vez a un viejo obispo. En mi última visita al Papa Francisco pude hablar muy francamente con el Santo Padre sobre todos los temas. Y también le dije que cuando habla en forma de entrevistas y breves discursos se quedan algunas preguntas abiertas, que para los no iniciados deberían en realidad precisarse más. El Papa me miró fijamente y me dijo que le mencionara un ejemplo.

Y mi respuesta fue entonces que a su regreso de Río a Roma, mientras viajaba en el avión, se le mencionó el problema de los divorciados vueltos a casar. Entonces el Papa simplemente me respondió: «los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar. En la Iglesia Ortodoxa se pueden casar dos veces». Hasta ahí su declaración.

Luego habló de la misericordia que, sin embargo, a mi modo de ver, y así se lo dije, en este país siempre se interpreta como un sustituto de todas las posibles faltas del hombre. Y el Papa me respondió muy enérgico que era un hijo de la Iglesia Católica, y que él no dice otra cosa que lo que la Iglesia enseña. Y la misericordia debe ser idéntica a la verdad, de lo contrario no merece el nombre de la misericordia.

Y, por lo demás, él me dijo expresamente que cuando ciertas cuestiones teológicas se mantienen abiertas, entonces la importante Congregación para la Doctrina de la Fe está ahí, para aclarar y formular detalladamente. También debe pensar que antes del Concilio el propio Papa era el presidente de esta congregación, y ella es, en el orden curial, la que está en el primer puesto, ahora lo mismo que antes. No se puede hablar del Prefecto como si fuera un ciudadano particular, sólo porque él anteriormente fuera miembro de la Conferencia Episcopal (alemana).

–Ahora el Papa ha iniciado una encuesta de opinión acerca de la familia y el matrimonio y la moral sexual de cara al Sínodo del próximo otoño. Y para Colonia ya hay resultados. Así se observa que en la población se van las cosas de modo diferente que en Roma. ¿No debería, debe, adaptarse la iglesia?

–También dije con anterioridad que la Iglesia tiene que adaptarse a la Palabra de Dios y no a la opinión de la gente. Debemos, como Iglesia, conocer la opinión de la gente, para después proclamar la Palabra de Dios en función de esto. Pero adaptarse al modo que usted pregunta no es una categoría del Evangelio. Es sorprendente que, por ejemplo, la Iglesia Evangélica Luterana, con su documento de toma de posición sobre la temática de la sexualidad, se haya alineado totalmente con el llamado espíritu de los tiempos en los asuntos de la sexualidad. Y, ¿cómo se ve en la situación de la Iglesia Evangélica Luterana? He oído decir que los números de abandono de la iglesia luterana son ahí aún más altos que los nuestros. De manera que, en última instancia, este éxodo no puede deberse a la cuestión de la sexualidad.

–El ZdK (comité central de los católicos alemanes) lo ve un poco diferente. El Presidente Glück aboga por adaptarse e integrar plenamente a los divorciados vueltos a casar, es decir, admitirles también a la Eucaristía. El ZdK quiere casarse con el espíritu de los tiempos, se podría decir. Ahí desertan unidades enteras de los ejércitos cristianos. ¿No tiene miedo del aislamiento?

–Bueno, no conozco el miedo al aislamiento. En la escuela primaria, en Turingia, yo era el único chico católico. Y siempre estaba en medio y no me dejaba aislar. La misión del ZdK es hacer visible y efectivo el Evangelio en las dimensiones de lo secular, es decir, en el mundo. Y aquí, este gremio debe dejarse hacer realmente en serio la pregunta: ¿Se han mantenido fieles a su misión y la vocación?

¿Y formula usted, en este contexto, la pregunta de si yo he de temer un cierto aislamiento? Lo que yo tengo es auténtica preocupación por las personas que deforman a conveniencia su propia fe en lugar de aceptarla respetuosamente como el mismo Cristo nos la ha confiado. Esto no trae ninguna solución. En el siglo IV,a raíz de la herejía de los arrianos, se decía que de la noche a la mañana, la Iglesia se había vuelto arriana. Pero eso no quedó así. Se convirtió en católica de nuevo. Y por eso, por hostiles que sean los números, no me asustan. Debo decir que simplemente debemos preguntarnos lo que Dios quiere.

Y la Iglesia sabe desde hace 2.000 años que lo que Dios ha unido el hombre no lo puede separar. Otra cuestión diferente es la de si todos los matrimonios son realmente válidos. Si debería haber criterios nuevos que permitieran dictaminar si un matrimonio no ha tenido lugar realmente y no es válido. Pero esa es otra cuestión. Ahí no se trata de la admisión de los divorciados vueltos a casar a la Santa Comunión.

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