Jesús es el centro de la vida y también los sacerdotes deben entenderlo,
dejando los comportamientos no idóneos. Lo dijo el Papa en su homilía.
"Nosotros somos ungidos por el Espíritu y cuando un sacerdote se aleja de
Jesucristo puede perder la unción. En su vida, no: esencialmente la tiene...
pero la pierde. Y en lugar de ser ungido termina por ser untuoso. ¡Y cuánto mal
hacen a la Iglesia los sacerdotes untuosos! Aquellos que ponen su fuerza en las
cosas artificiales, en las vanidades, en una actitud... en un lenguaje
remilgado... ¡Pero cuántas veces se oye decir con dolor: 'Pero, este es un
sacerdote-mariposa!', porque está siempre en las vanidades... Éste no tiene
relación con Jesucristo!
Francisco indicó que “nosotros los sacerdotes tenemos tantos límites: somos
pecadores, todos. Pero si vamos a lo de Jesucristo, si buscamos al Señor en la
oración – la oración de intercesión, la oración de adoración – somos buenos
sacerdotes, si bien somos pecadores”.
“Pero si nos alejamos de Jesucristo, debemos compensar esto con otras
actitudes… mundanas. Y así, todas estas figuras… también el
sacerdote-especulador, el sacerdote-empresario… Pero el sacerdote que adora a
Jesucristo, el sacerdote que habla con Jesucristo, el sacerdote que busca a
Jesucristo y que se deja buscar por Jesucristo: éste es el centro de nuestra
vida”.
“Si no está esto, perdemos todo. ¿Y qué daremos a la gente?”, cuestionó.
El Papa exhortó a que cada día “nuestra relación con Jesucristo, relación de
ungidos para su pueblo aumente en nosotros”.
“Es bello encontrar a sacerdotes que han dado su vida como sacerdotes, de
verdad”, remarcó Francisco, “de los que la gente dice: ‘Pero, sí, tiene mal
carácter, tiene esto, tiene aquello… pero ¡es un sacerdote!’”.
“¡Y la gente tiene olfato! En cambio, cuando la gente ve a los sacerdotes – por
decir una palabra – idólatras, que en lugar de tener a Jesús, tienen a pequeños
ídolos…, pequeños…, algunos devotos del ‘dio Narciso’, también… Cuando la gente
ve a éstos, la gente dice: ‘¡Pobrecito!’”.
El Papa advirtió que “lo que nos salva de la mundanidad y de la idolatría que
nos hace untuosos, lo que nos conserva en la unción, es la relación con
Jesucristo”.
“Y hoy, a ustedes que han tenido la gentileza de venir a concelebrar aquí,
conmigo, les deseo esto: ¡pierdan todo en la vida, pero no pierdan esta
relación con Jesucristo! ¡Ésta es su victoria! ¡Y adelante, con esto!”.