El Papa comentó que el
amor no es solo algo bonito que sentir y clamó: "¡Miren que el amor del
que habla Juan no es el amor de las telenovelas! No, es otra cosa. El amor
cristiano tiene siempre una cualidad: la concreción. El amor cristiano es
concreto”.
A partir de las
palabras de la primera Carta de Juan, en la que el Apóstol insiste en repetir:
“Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor es perfecto
en nosotros”, el Santo Padre observó que la experiencia de la fe está
precisamente en este "doble permanecer".
"Nosotros en Dios
y Dios en nosotros: esta es la vida
cristiana. No permanecer en el espíritu del mundo, no permanecer en la
superficialidad, no permanecer en la idolatría, no permanecer en la vanidad.
No, no: permanecer en el Señor. Y Él retribuye esto: Él permanece en nosotros.
Pero, primero, permanece Él en nosotros. Muchas veces lo echamos y nosotros no
podemos permanecer en Él. Es el Espíritu el que permanece".
“El mismo Jesús,
cuando habla del amor, nos habla de cosas concretas: dar de comer a los
hambrientos, visitar a los enfermos y tantas cosas concretas. El amor es
concreto. La concreción cristiana. Y cuando no hay esta concreción, se puede
vivir un cristianismo de ilusiones, porque no se entiende bien donde está el
centro del mensaje de Jesús. Esta amor no llega a ser concreto: es un amor de
ilusiones, como estas ilusiones que tenían los discípulos cuando, mirando a
Jesús, creían que era un fantasma".
El
"fantasma" es el que precisamente -en el pasaje del Evangelio de hoy-
los discípulos ven asombrados y temerosos venir hacia ellos caminando sobre el
mar. Pero su estupor nace de una dureza de corazón, porque -dice el mismo
Evangelio- "no habían entendido" la multiplicación de los panes
sucedida poco antes.
Francisco insistió
luego: "si tú tienes el corazón endurecido tu no puedes amar y piensas que
el amor es eso de imaginarse cosas. No, el amor es concreto". Y esta
concreción, añade, se funda sobre dos criterios: ‘"Primer criterio: amar
con las obras, no con las palabras. ¡Las palabras se las llevó el viento!’. Hoy
están, mañana no están”.
“Segundo criterio de
concreción es: en el amor es más importante el dar que el recibir. El que ama
da, da... Da cosas, da vida, da sí mismo a Dios y a los demás. Sin embargo,
quien no ama, quien es egoísta, siempre busca recibir, siempre buscar tener
cosas, tener ventajas. Permanecer con el corazón abierto, no como estaba el de
los discípulos, cerrado, que no entendían nada: permanecer en Dios y Dios en
nosotros; permanecer en el amor".
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