(La
Tercera/InfoCatólica) El portavoz
vaticano recuerda cómo ha sido su labor, ad portas de que el martes 11 de
febrero se cumpla un año de la renuncia del Papa Benedicto XVI. Según Federico
Lombardi, con el actual Pontífice «se respira un clima de entusiasmo, de
regocijo». Señala que «sacerdotes de todo el mundo nos cuentan que mucha gente
vuelve a llenar las iglesias». Lombardi tuvo una semana difícil por el informe
de la ONU que criticaba al Vaticano por su reacción a las acusaciones de
pedofilia. Lombardi lo calificó de «anómalo», de «ir más allá de sus
competencias».
Ha pasado un año desde que a usted le tocó
explicar la renuncia del Pontífice. ¿Cómo recuerda aquellos momentos?
Mis superiores me
avisaron de antemano de la decisión del Papa y del hecho de que la iba a
anunciar durante el Consistorio programado aquel 11 de febrero. Me preparé para
convocar de inmediato una rueda de prensa, porque imaginé que la noticia iba a
suscitar mucha sensación, preguntas y gran eco en el mundo entero. De hecho, en
cuanto empezó a circular en las agencias, la sala aquí al lado se llenó de
inmediato. Expliqué de forma clara el texto con el cual el Papa anunciaba su
renuncia y que ya contenía todos los elementos. Fue sin duda una gran novedad. Y
una enorme sorpresa para la mayoría de los fieles. Sin embargo, quien estaba
cerca al Santo Padre se daba cuenta de que, con su edad, las fuerzas le
alcanzaban cada vez menos a cumplir con los compromisos que le competían. El
mismo dejó entender que consideraría la posibilidad de dar un paso atrás si su
vigor dejaba de ser proporcional con sus obligaciones.
Con un año de distancia, ¿qué piensa de
aquella decisión?
Mirándola ahora queda
aún más claro que se trató de una decisión absolutamente sabia. No podía ser de
otra forma, ya que fue largamente madurada en la reflexión y en la oración por
una persona extraordinaria como Benedicto XVI. No me asombró de que se haya
revelado una elección sabia y muy apropiada: él pudo terminar su pontificado
con todas las fuerzas necesarias para hacerlo bien, hasta el final. La Iglesia
respondió con energía y pudo elegir en un plazo breve a un sucesor que -como
vemos todos los días- es mucho más rico de energía.
Fue un año con dos Papas compartiendo el
Vaticano. ¿Cómo se esperaba la relación entre los dos?
Me la esperaba tan
natural como fue. Para mí estaba absolutamente claro que no iba a haber ningún
problema. El Papa Benedicto es una persona extremadamente humilde y en seguida
aclaró cuál sería su actitud en este tiempo de retiro: un tiempo de oración
activa para la Iglesia, pero sin interferencia alguna con el sucesor al cual él
mismo abrió el camino con su renuncia. Por su lado, Francisco demostró gran
cordialidad, benevolencia, amistad hacia el predecesor. Los encuentros -desde
el primero en Castel Gandolfo, a los pocos días de la elección de Bergoglio,
hasta el último, antes de Navidad, en Vaticano - confirmaron que se trata de
una relación serena, cordial e intensa desde el punto de vista tanto humano
como espiritual. Todos nosotros percibimos con gratitud y positivismo la
presencia de Benedicto XVI como Papa Emérito que sigue acompañando la Iglesia
con su oración. Cuando aparece, miramos con ternura las imágenes: observar a
los dos rezando juntos, me da ánimo, es algo edificante.
¿La decisión de Benedicto XVI modificó la
institución del Papado?
De ninguna manera. El
Papa sirve la Iglesia, como siempre. Hay absoluta continuidad en la función del
Pontificado. Por supuesto cada Pontífice tiene su personalidad, su peculiar estilo
-podría definirlo- en el ejercicio de este ministerio. Por lo tanto, es natural
notar diferencias en algunos aspectos.
¿Qué novedad subrayaría?
Al principio, llamaron
la atención elecciones como la de residir en la Casa de Santa Marta y dejar
vacío el apartamento del palacio Apostólico. Como actitud general, se nota una
cierta sencillez en el trato y un enfoque muy pastoral de este nuevo Papa
Francisco. Ambos son rasgos que lo hacen tan cercano a los fieles y a la gente
y le atraen tantas simpatías, tanto afecto.
Y mucho trabajo…
¡Por supuesto! Pero se
trata de una labor placentera para quien -como él- acuna un ánimo tan pastoral.
Le encanta poder encontrar a la gente. Desempeña un ministerio muy bello, que
es un consuelo también para él, aunque sea cansador.
El Papa Francisco parece haber cambiado la
atmósfera en el pontificado. ¿Está de acuerdo?
Sí noté un cierto cambio
de atmósfera. Es verdad. Se respira un clima de entusiasmo, de regocijo. Muy
positivo. El Papa ha logrado transmitir lo que para él es fundamental: el
corazón del Evangelio es el anuncio del amor de Dios, de su misericordia para
todos. El mensaje cristiano es muy consolador y positivo. El Papa Francisco
consiguió que todo el mundo entendiera que el encuentro con Dios, incluso a
través de la Iglesia no es cuestión sólo de reglas. El no cambia la moral de la
Iglesia. No cambia el conjunto de sus enseñanzas. Sólo modifica la perspectiva:
logra comunicar primero la belleza de la misericordia. Todo hombre puede
salvarse, si quiere.
¿Este cambio de perspectiva está cosechando
consecuencias para la Iglesia?
Sabemos que suscita
consolación. Sacerdotes de todo el mundo nos cuentan que mucha gente está
volviendo a confesarse, a llenar las naves de las iglesias.
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