La
luz de Cristo llega a los pueblos y dispersa las tinieblas de un mundo sin
alegría. En la Basílica de San Pedro, iluminada por miles de velas, el Papa
Francisco celebró la fiesta de la Presentación del Señor: cuando los jóvenes
María y José llevaron a su niño al Templo. Fue el primer encuentro entre Jesús
y su pueblo, representado por los ancianos Simeón y Ana. En la XVIII Jornada de
la Vida Consagrada, explicó que en el sí de los que han abrazado la llamada del
Señor revive el encuentro "entre los jóvenes y los ancianos, entre la
observancia y la profecía. Misterio en el que el Espíritu, da la alegría de
"caminar en una regla de vida", "nunca, rígidos, cerrados,
siempre abiertos a la voz de Dios q ...
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