"Yo pienso en tantos cristianos, tantos
católicos: ¡Sí, son católicos, pero sin entusiasmo, e incluso amargados! 'Sí,
es la vida, es así, pero la Iglesia... Yo voy a Misa todos los domingos, pero
mejor no implicarse, tengo fe para mi saludo, no siento la necesidad de ir a
darla a otro...'. Cada uno en su casa, tranquilos por la vida... Sí tú haces
algo, después te reprochan: 'No, es mejor así, no correr riesgos...'". Es
la enfermedad de la pereza, de la pereza de los cristianos. Esta actitud que
paraliza el celo apostólico, que hace de los cristianos personas quietas,
tranquilas, pero no en el buen sentido de la palabra: ¡que no se preocupan por
salir para anunciar el Evangelio! Personas anestesiadas". "Crist ...
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