Queridos hermanos y hermanas:
Cuando recitamos el "Credo”, decimos que la Iglesia es
"una” y "santa”, aunque sabemos por experiencia que también está
compuesta de pecadores y que no faltan divisiones.
Jesús, antes de su Pasión, pidió por la unidad de sus
discípulos: "que todos sean uno”. Nos confía así su deseo de que la unidad
sea una de las notas características de nuestra comunidad.
Los pecados contra la unidad no son sólo los cismas, sino
también las cizañas más comunes de nuestras comunidades: envidias, celos,
antipatías… sacarle el cuero a los demás. Esto es humano, pero no es cristiano.
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