La Misa Crismal es
la menos conocida de las grandes ceremonias de Semana Santa. En ella, los sacerdotes junto al obispo renuevan sus promesas.
En el Vaticano, durante la homilía, el Papa se dirige especialmente a los sacerdotes. Este
año lo ha hecho con consejos muy concretos.
Les ha pedido que encarnen la
misericordia, que la muestren con obras concretas. En concreto, con dos: alegrarse por el perdón; y sentir vergüenza por los propios
pecados.
FRANCISCO
"Después de confesarme, ¿festejo?
O paso rápido a otra cosa, como cuando después de ir al médico, uno ve que los
análisis no dieron tan mal y los mete en el sobre y pasa a otra cosa. Y cuando
doy una limosna, ¿le doy tiempo al otro a que me exprese su agradecimiento y
festejo su sonrisa y esas bendiciones que nos dan los pobres, o sigo apurado
con mis cosas después de «dejar caer la moneda»?”
Luego, para hablar de la vergüenza,
ha hecho la lista de algunas tentaciones aparentemente menos agresivas que
asedian a los cristianos de hoy.
FRANCISCO
"Sentimos que nuestra alma anda
sedienta de espiritualidad, pero no por falta de Agua Viva —que bebemos sólo en
sorbos—, sino por exceso de espiritualidades «gaseosas», de espiritualidades
light. También nos sentimos prisioneros, pero no rodeados como tantos pueblos,
por infranqueables muros de piedra o de alambrados de acero, sino por una
mundanidad virtual que se abre o cierra con un simple click”.
Después de proponer a los católicos
que se dejen curar por Jesús y por su mensaje, el Papa
ha bendecido los óleos que se usarán durante este año en Roma para
administrar los sacramentos de la Unción de enfermos y el Orden sacerdotal.
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