Idénticos en cuerpo y vocación, Felipe y Paulo
Lizama siempre lo compartieron todo: la misma educación, amistades, aficiones deportivas -jugaron y destacaron juntos en las ligas menores del club Colo Colo- y una profunda fe. Sin embargo, que los dos respondieran al llamado a la vida sacerdotal sorprendió a más de uno.
“El Señor obró y produjo un embarazo gemelar,
no sé si el médico se equivocó“, asegura Felipe y Paulo agrega que “siempre
pienso con especial cariño y ternura en el corazón de mi mamá que daba su vida
por mí, por nosotros”.
Los hermanos Lizama
nacieron el 10 de setiembre de 1984. Primero nació Felipe y como no se
desprendía la placenta, los médicos sugirieron a la madre realizar un raspaje,
pero ella no aceptó porque ella sentía que otro niño estaba por venir. Paulo
nació 17 minutos después. “Este último episodio
es muy significativo para mi, los médicos introducirían unos utensilios para
sacar la placenta que demoraba en salir. Mi mamá sabía que yo estaba ahí. Me demoré pero salí”, si le hacían el raspado “lo más probable es que me hubieran dañado gravemente”, expresó Paulo.
Los gemelos conocieron la historia de su nacimiento cuando cursaban el sexto año de formación en el Seminario. “Sin duda la sabiduría de la mamá y su corazón permitieron que en el momento oportuno nos enterásemos de tan hermoso acontecimiento”, afirma Paulo.
“¿Cómo no defender la vida? ¿Cómo no predicar al Dios de la vida? Este acontecimiento potenció mi vocación, le ha dado una vitalidad específica y, por lo mismo, me he podido entregar existencialmente a lo que he creído. Estoy convencido de lo que creo, de lo que soy y de lo que hablo, claramente por Gracia de Dios”, agregó.
Pese a su estrecha relación, no comentaron estas inquietudes vocacionales el uno al otro. “No sé quién de los dos sintió primero el llamado. Creo que Dios hizo muy bien las cosas, para salvaguardar la libertad en la respuesta. (…) Si yo consideraba el sacerdocio como una realidad posible, que llenaba mi corazón ¿por qué mi hermano no podría hacerlo también?”, recuerda Paulo.
A los 18 años de edad terminaron la escuela e ingresaron el 8 de marzo de 2003, al Pontificio Seminario Mayor San Rafael de Lo Vásquez.
Para la familia no fue fácil aceptar esta decisión doble. Sin embargo, al terminar el primer año de formación la actitud de Rosa cambió. “Mi mamá me confesó que estaba tranquila porque nos veía contentos”, asegura Felipe.
Los gemelos fueron
ordenados diáconos en septiembre de 2011 y el 28 de abril de 2012 fueron
ordenados sacerdotes por el Obispo de Valparaíso, Mons. Gonzalo Duarte García.
Ese mismo día, los gemelos celebraron su primera Misa juntos en su parroquia de
origen “Nuestra Señora de las Mercedes” en Lagunillas. Felipe presidió y Paulo
concelebró. Dirigiéndose a los
jóvenes que descubren el llamado del Señor para seguirlo más de cerca, el Padre
Felipe explica que “Dios no juega con nosotros. Quiere que seamos felices y el
sacerdocio una vocación hermosa y que nos hace plenamente felices”.
El Padre Paulo agrega
que seguir a Jesús no es fácil pero es hermoso. “Jesús, la Iglesia y el Mundo
nos necesitan. Pero no necesitan a cualquier joven: necesitan a jóvenes
empoderados de la verdad del Dios, de modo que su vida misma transparente vida,
la sonrisa muestre esperanza, la mirada muestre fe y sus acciones muestren
amor”, afirma.
Que dios los bendiga a ambos
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