El amor de Dios, expresado en la persona concreta de
Jesucristo, es el verdadero tesoro del hombre. Un amor que da belleza a la
familia, al trabajo, al estudio, a la amistad, al arte y a toda actividad
humana. Destacó el Papa Francisco antes del Ángelus. El amor de Dios da sentido
también a las experiencias negativas, pues nos permite ir más allá; no quedar
prisioneros del mal, nos abre a la esperanza, al horizonte final de nuestra
peregrinación. Y también las fatigas y las caídas encuentran un sentido. Evocó
luego a Santa Clara, que dejó todo para seguir a Dios y recordó el final del
Ramadán, deseando que cristianos y musulmanes se comprometan en el respeto
mutuo, educando a las nuevas generaciones
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