En su
homilía en Casa Santa Marta, el Papa alertó contra los peligros que la
corrupción puede provocar en la mente y el espíritu.
FRANCISCO
"Porque
la corrupción te da algo de felicidad, te da poder y también te hace sentir
satisfecho de ti mismo. No deja espacio para el Señor, para la conversión. La
ciudad corrupta... Y esta palabra, ‘corrupción’ hoy nos dice tanto. No sólo
corrupción económica, sino corrupción con muchos pecados distintos; corrupción
con ese espíritu pagano, con ese espíritu mundano. ¡La peor corrupción es el
espíritu de la mundanidad!”
Para evitar
este mal el Papa recomendó a los cristianos que reflexionen y descubran si en
su vida hay algo de dejadez o de peligrosa autosuficiencia.
EXTRACTOS DE
LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente:
Radio Vaticana)
"Porque
la corrupción te da alguna felicidad, te da poder y también te hace sentir
satisfecho de ti mismo: no deja espacio para el Señor, para la conversión. La
ciudad corrupta... Y esta palabra, ‘corrupción’ hoy nos dice tanto a nosotros:
no sólo corrupción económica, sino corrupción con tantos pecados diversos;
corrupción con ese espíritu pagano, con ese espíritu mundano. ¡La peor
corrupción es el espíritu de la mundanidad!”.
"Babilonia
cae por corrupción; Jerusalén por distracción, por no recibir al Señor que
viene a salvarla. No se sentía necesitada de salvación. Tenía los escritos de
los profetas, de Moisés y esto le bastaba. ¡Pero escritos cerrados! No dejaba
espacio para ser salvada: ¡tenía las puertas cerradas para el Señor! El Señor
llamaba a la puerta, pero no había disponibilidad para recibirlo, para
escucharlo, para dejarse salvar por Él. Y cae…”.
"Cuando
pensemos en el fin, con todos nuestros pecados, con toda nuestra historia,
pensemos en el banquete que gratuitamente nos será dado y levantemos la cabeza.
Ninguna depresión: ¡esperanza! Pero la realidad es fea: hay tantos, tantos
pueblos, ciudades y gente, tanta gente, que sufre; tantas guerras, tanto odio,
tanta envidia, tanta mundanidad espiritual y tanta corrupción. ¡Sí, es verdad!
¡Todo esto sucederá! Pero pidamos al Señor la gracia de ser preparados para el
banquete que nos espera, con la cabeza siempre levantada”.
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