Francisco ha
oficiado la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo en la cárcel de Rebibbia
de Roma.
Allí lavó
los pies a una docena de reclusos, 6 hombres y 6 mujeres de Italia, Nigeria,
Congo, Brasil y Ecuador. Francisco se arrodilló ante cada uno de ellos y les
besó los pies después del lavatorio, incluido al hijo que una de las reclusas
nigerianas llevaba en brazos. El Papa necesitó ayuda para arrodillarse ante
cada recluso. Durante la visita, muchas personas no pudieron contener las
lágrimas de la emoción.
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