En su homilía de este martes en Casa Santa Marta, el Papa Francisco
explicó que la Iglesia debe tener tres características: tener
confianza en Dios, ser humilde y ser pobre.
FRANCISCO
"Esta
es la herencia que nos promete el Señor: ‘Dejaré en medio de ti a un pueblo
humilde y pobre, confiará en el nombre del Señor’. Humilde porque se siente
pecador; pobre porque su corazón está apegado a las riquezas de Dios; confiado
en el Señor, porque sabe que sólo el Señor puede garantizar una cosa que le
haga bien”.
El Papa también pidió a los cristianos preguntarse a sí mismos si su
fe está en Dios, en el poder, en los amigos o en el dinero. La
respuesta correcta debe ser que está en el Señor.
RESUMEN
DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente:
Radio Vaticana)
"Una
Iglesia humilde, que no se pavonee de los poderes, de las grandezas. Humildad
no significa una persona lánguida, desganada, que tiene los ojos en blanco… No,
¡ésta no es humildad, esto es teatro! Esto es fingir humildad. La humildad
tiene un primer paso: ‘Yo soy pecador’. Si tú no eres capaz de decirte a ti
mismo que eres pecador y que los demás son mejores que tú, no eres humilde. El
primer paso en la Iglesia humilde es sentirse pecadora, el primer paso de todos
nosotros es lo mismo. Si alguno de nosotros tiene la costumbre de mirar los
defectos de los demás y parlotear de ellos no es humilde, se cree juez de los
demás”.
"Nuestro
diácono, el diácono de esta diócesis, Lorenzo, cuando el emperador – era el
ecónomo de la diócesis – le dice que lleve las riquezas de la diócesis, así,
pagar algo y no ser asesinado, vuelve con los pobres. Los pobres son las
riquezas de la Iglesia. Si tú tienes un banco tuyo, eres el dueño de un banco,
pero tu corazón es pobre, no estás apegado al dinero, esto está al servicio,
siempre. La pobreza es este desapego, para servir a los necesitados, para
servir a los demás”.
"¿Dónde
está mi confianza? ¿En el poder, en los amigos, en el dinero? ¡En el Señor!
Esta es la herencia que nos promete el Señor: ‘Dejaré en medio de ti a un
pueblo humilde y pobre, confiará en el nombre del Señor’. Humilde porque se
siente pecador; pobre porque su corazón está apegado a las riquezas de Dios y
si las tiene es para administrarlas; confiado en el Señor, porque sabe que sólo
el Señor puede garantizar una cosa que le haga bien. Y verdaderamente estos
jefes de los sacerdotes a los que se dirigía Jesús no entendían estas cosas y
Jesús ha tenido que decirles que una prostituta entrará antes que ellos en el
Reino de los Cielos”.
"En
esta espera del Señor, de la Navidad pidamos que nos dé un corazón
humilde, que nos dé un corazón pobre y, sobre todo, un corazón confiado en el
Señor, porque el Señor jamás decepciona”.
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