miércoles, 3 de julio de 2013

Papa: El “camino de llegar a Jesús– son sus llagas”.

 Papa: El “camino de llegar a Jesús– son sus llagas”.
 
 La misericordia es el camino para llegar a Dios. Lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la misa de esta mañana: En la historia de la Iglesia hubo algunas equivocaciones en el camino hacia Dios. Algunos creyeron que al Dios vivo, al Dios de los cristianos lo podemos encontrar por el camino de la meditación, e ir más arriba en la meditación. Eso es peligroso, ¡eh! Cuántos se pierden en ese camino y no llegan, ¿eh? Llegan sí, quizá, al conocimiento de Dios, pero no de Jesucristo, Hijo de Dios, segunda Persona de la Trinidad. A esto no llegan.

El Señor sabe porqué hace las cosas. Y a cada uno de nosotros da el tiempo que considera lo mejor para nosotros. A Tomás le concedió una semana”. Jesús se revela con sus llagas: “Todo su cuerpo estaba limpio, bellísimo, lleno de luz – subrayó el Pontífice – pero las llagas estaban y están aún” y cuando el Señor vendrá, al final del mundo, “nos hará ver sus llagas”. Tomás para creer quería poner sus dedos en estas llagas: “Era un testarudo. Pero, el Señor quiso precisamente a un testarudo para hacernos comprender una cosa más grande.
 
Tomás vio al Señor, fue invitado a poner su dedo en la llaga de los clavos; poner su mano en el costado y no dijo: ‘¡Es verdad: el Señor ha resucitado!’. ¡No! Fue más allá. Dijo: ‘¡Dios!’. El primero de los discípulos que confiesa la divinidad de Cristo, después de la Resurrección. Y lo adoró”.

“Y así – prosiguió el Papa – se comprende cuál era la intención del Señor al hacerlo esperar: tomar también su incredulidad para llevarla no a la afirmación de la Resurrección, sino a la afirmación de su divinidad”. El “camino para el encuentro con Jesús-Dios – subrayó – son sus llagas.
Para tocar al Dios vivo – afirmó el Papa – no sirve “hacer un curso de actualización” sino entrar en las llagas de Jesús y para esto “es suficiente ir por la calle”. Pidamos a Santo Tomás – concluyó Francisco – la gracia de tener el valor de entrar en las llagas de Jesús con nuestra ternura y seguramente tendremos la gracia de adorar al Dios vivo”.



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