Cuando nosotros explotamos la
creación, ¡destruimos el signo de amor de Dios! Destruir la creación es decir a
Dios: "no me gusta, esto no es bueno". ¿Y qué te gusta a ti? Me gusto
a mí mismo: ¡este es el pecado! ¿Han visto? La custodia de la creación es
precisamente la custodia del don de Dios y también es decir al Señor:
"gracias, yo soy el dueño de la creación. Pero para hacerla seguir
adelante yo no destruiré jamás tu don".
Y esta debe ser nuestra actitud con
respecto a la creación. Custodiarla, porque si nosotros destruimos la creación,
la creación nos destruirá.
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