"Nosotros sabemos rezar muy bien cuanto pedimos cosas,
también cuando agradecemos al Señor, pero la oración de alabanza es un poco más
difícil para nosotros: no es tan habitual alabar al Señor. Y esto podemos
sentirlo mejor cuando hacemos memoria de las cosas que el Señor ha hecho en
nuestra vida: ‘En Él – en Cristo – nos ha elegido antes de la creación del
mundo’. ¡Bendito eres Señor, porque tú me has elegido! Es la alegría de una
cercanía paterna y tierna”.
"No se puede comprender ni imaginar: que el Señor me haya
conocido antes de la creación del mundo, que mi nombre estaba en el corazón del
Señor. ¡Ésta es la verdad! ¡Ésta es la revelación! Si nosotros no creemos esto
no somos cristianos ¡eh! Quizá estemos impregnados de una religiosidad teísta,
¡pero no somos cristianos! El cristiano es uno elegido, el cristiano es uno
elegido en el corazón de Dios antes de la creación del mundo. También este
pensamiento colma de alegría nuestro corazón: ¡yo soy elegido! Y nos da
seguridad”.
"Cuando celebramos la Eucaristía, entramos en este
Misterio, que no se puede comprender totalmente: el Señor está vivo, está con
nosotros, aquí, en su gloria, en su plenitud, y da otra vez su vida por
nosotros. Debemos aprender cada día esta actitud de entrar en el Misterio. El
cristiano es una mujer, es un hombre, que se esfuerza para entrar en el
Misterio. El Misterio no se puede controlar: ¡es Misterio!
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