Durante la misa en la mañana del
jueves Francisco habló sobre qué significa tener un
encuentro personal con Cristo. El primer paso, señaló, es reconocer
los pecados cometidos por uno mismo.
FRANCISCO
"También en nuestras parroquias,
en nuestras sociedades, también entre las personas consagradas: ¿Cuántas
personas son capaces de decir que Jesús es el Señor? Muchas. Pero qué difícil
es decir sinceramente: 'Soy un pecador, soy una pecadora'. Es más fácil decirlo
de los otros. Cuando se chismorrea. 'Esto, aquello, esto sí...'. Todos somos
doctores en esto, ¿verdad? Para llegar a un verdadero encuentro con Jesús es
necesaria la doble confesión: 'Tú eres el Hijo de Dios y yo soy un pecador'.
Pero no en teoría: Por esto, por esto, por esto y por esto”.
Para tener ese encuentro personal con
Dios, el Papa concluyó que lo primero que se debe examinar es el propio corazón.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
"El Evangelio usa la misma palabra
para esta gente, para el pueblo, para los apóstoles, para Pedro: se quedaron
‘asombrados’: ‘En efecto, el estupor lo había invadido a él y a todos
aquellos’. Cuando llega este sentimiento de estupor… Y el pueblo sentía a Jesús
y sentía este estupor, ¿y qué decía?: ‘Pero este habla con autoridad. Jamás un
hombre ha hablado de este modo’. Otro grupo que se encontraba con Jesús no
dejaba que entrara en su corazón el estupor, sentía a Jesús, hacía sus
cálculos, los doctores de la ley: ‘Pero es inteligente, es un hombre que dice
cosas verdaderas, pero a nosotros no nos convienen estas cosas, no, ¡eh!’.
Hacían cálculos, tomaban distancia”.
"Los demonios llegan a decir la
verdad sobre Él, pero acerca de ellos no dicen nada. No pueden: la soberbia es
tan grande que les impide decirlo. Los doctores de la ley dicen: ‘pero éste es
inteligente, es un rabino capaz, hace milagros, ¡eh!’. Pero no dicen: ‘Nosotros
somos soberbios, somos suficientes, nosotros somos pecadores’. La incapacidad
de reconocernos pecadores nos aleja de la verdadera confesión de Jesucristo. Y
ésta es la diferencia”.
"Esta capacidad de decir que somos
pecadores nos abre al estupor del encuentro de Jesucristo, el verdadero
encuentro. También en nuestras parroquias, en nuestras sociedades, incluso
entre las personas consagradas: ¿cuántas personas son capaces de decir que
Jesús es el Señor? ¡Tantas! Pero qué difícil es decir sinceramente: ‘Soy un
pecador, soy una pecadora’. Es más fácil decirlo de los demás, ¡eh! Cuando se
parlotea, ¡eh! ‘Este, éste, éste sí…’. Todos somos doctores en esto, ¿verdad?
Para llegar a un verdadero encuentro con Jesús es necesaria la doble confesión:
‘Tú eres el Hijo de Dios y yo soy un pecador’, pero no en teoría: por esto, por
esto, por esto y por esto…”.
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