Durante su homilía de este viernes en
Casa Santa Marta, el Papa dijo que hay que comprender las
debilidades humanas y a los que pecan, pero sin permitir
negociar ni vender la verdad de Dios.
FRANCISCO
"'Está la dureza del corazón, está
el pecado, algo se puede hacer: el perdón, la comprensión, el acompañamiento,
la integración, el discernimiento de estos casos… Pero siempre… ¡pero la verdad
no se vende nunca!’ Y Jesús es capaz de decir esta verdad tan grande y al mismo
tiempo ser tan comprensivo con los pecadores, con los débiles”.
Francisco explicó el pasaje del
Evangelio en el que los fariseos intentan minar la autoridad de Jesús preguntándole
si es lícito que un hombre se divorcie de una mujer. Y dijo que Cristo supera
esa visión tan simple de los humanos.
En la misa estaban presentes ocho parejas que celebraban 50 años de matrimonio.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
«Pero Jesús es tan misericordioso, es
tan grande, que nunca, nunca, nunca les cierra la puerta a los pecadores», dijo
una vez más el Papa, añadiendo que por ello, no se limita a enunciar la verdad
de Dios, sino que les recuerda a los fariseos lo que Moisés estableció en la
ley. Y cuando ellos le repiten que Moisés permitió redactar una declaración de
divorcio, Cristo les responde que esa norma había sido escrita «debido a la
dureza del corazón de ustedes». Ello quiere decir que Jesús distingue siempre
entre la verdad y la «debilidad humana», «sin giros de palabras»:
«En este mundo en el que vivimos, con
esta cultura de lo provisorio, esta realidad de pecado es tan fuerte. Pero
Jesús, recordando a Moisés, nos dice: ‘está la dureza del corazón, está el
pecado, algo se puede hacer: el perdón, la comprensión, el acompañamiento, la
integración, el discernimiento de estos casos… Pero siempre… ¡pero la verdad no
se vende nunca!’ Y Jesús es capaz de decir esta verdad tan grande y al mismo
tiempo ser tan comprensivo con los pecadores, con los débiles».
«Éstas son las dos cosas que Jesús nos
enseña: la verdad y la comprensión», volvió a señalar el Papa Francisco,
haciendo hincapié en que es lo que los «teólogos iluminados» no logran hacer,
porque están encerrados en la trampa de la «ecuación matemática», del «¿se
puede?» o «¿no se puede?». Y por lo tanto son «incapaces, tanto de horizontes
grandes, como de amor» hacia la debilidad humana. Baste ver – concluyó el Papa
- «la delicadeza» con la que Jesús trata a la adúltera, que iba a ser lapidada:
«Yo tampoco te condeno, anda y de ahora en adelante no vuelvas a pecar».
«Que Jesús nos enseñe a tener con el
corazón, una gran adhesión a la verdad, y también con el corazón una gran
comprensión y acompañamiento a todos nuestros hermanos que están en dificultad.
Y éste es un don, esto lo enseña el Espíritu Santo, no esos doctores
iluminados, que para enseñarnos necesitan reducir la plenitud de Dios a una
ecuación casuística ¡Que el Señor nos dé esta gracia!».
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