Durante su homilía de este jueves en
Casa Santa Marta, el Papa cargó contra aquellos
empresarios que se enriquecen explotando a los trabajadores y
convierten a los pobres en esclavos. Francisco dijo que son "verdaderas
sanguijuelas”.
FRANCISCO
"Pensemos en este drama de hoy: la
explotación de la gente, la sangre de esta gente que se vuelve esclava, los
traficantes de personas y no sólo los que trafican con las prostitutas y los
niños en el trabajo de menores, sino en ese tráfico, digamos más ‘civilizado’:
‘Yo te pago hasta aquí, sin vacaciones, sin seguro sanitario, sin… todo en
negro… ¡Pero me vuelvo rico!”
El Papa recordó que una joven le
contó que había encontrado un trabajo de 11 horas
diarias por menos de 700 euros.
Por eso, dijo, la esclavitud laboral no es del pasado, cuando se
compraban esclavos en África, sino algo muy actual.
Y los que la practican, recordó Francisco, tratan a las personas sin justicia.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
«Cuando las riquezas se logran con la
explotación de la gente, esos ricos que explotan: explotan el trabajo de la
gente y la pobre gente se vuelve esclava. Pensemos en lo que ocurre hoy, aquí y
en todo el mundo, ocurre lo mismo. ‘Quiero trabajar’ – ‘Bien, te hacen un
contrato. De septiembre a junio’. Sin posibilidad de pensión, sin seguro
sanitario… En junio, lo suspenden y en julio y agosto tiene que comer aire. Y,
en septiembre, te lo vuelven a dar. Los que hacen esto son verdaderas
sanguijuelas y viven de la sangría de la gente, que esclavizan con el trabajo».
«Ayer, en la audiencia, meditamos sobre
el rico Epulón y Lázaro. Este rico estaba en su mundo, no se daba cuenta de que
detrás de la puerta de su casa había alguien que tenía hambre. Pero esto es
peor. Ese rico, por lo menos, no se daba cuenta y dejaba que el otro se muriera
de hambre. Esto es peor: ¡esto es hambrear a la gente con su trabajo por mi
provecho! Vivir de la sangre de la gente. Y esto es pecado mortal. Es pecado
mortal. Se necesita tanta penitencia, tanta restitución para convertirse de
este pecado».
«Pensemos en este drama de hoy: la
explotación de la gente, la sangre de esta gente que se vuelve esclava, los
traficantes de personas y no sólo los que trafican con las prostitutas y los
niños en el trabajo de menores, sino en ese tráfico, digamos más ‘civilizado’:
‘Yo te pago hasta aquí, sin vacaciones, sin seguro sanitario, sin… todo en
negro… ¡Pero me vuelvo rico!’ Que el Señor nos haga comprender hoy aquella
sencillez que Jesús nos dice en el Evangelio de hoy: es más importante un vaso
de agua en nombre de Cristo, que todas las riquezas acumuladas con la
explotación de la gente».
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