Cada
miércoles, cientos de madres y padres llevan a sus hijos a la plaza de San
Pedro para que el Papa los bendiga. Muchos de ellos se divierten, pero otros no
tanto.
Y parece que
el Papa lo comprende perfectamente.
FRANCISCO
"Algunos,
cuando les tomo para darles un beso, sonríen. Otros, me ven de blanco, creen
que soy el médico y que voy a ponerles una vacuna, y lloran, espontáneamente.
Los niños son así”.
Francisco ha
dedicado su catequesis precisamente a los niños y se ha centrado en lo que los
adultos pueden aprender de los pequeños.
FRANCISCO
"Los
niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y para la Iglesia, porque
nos recuerdan constantemente la condición necesaria para entrar en el Reino de
Dios: no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, de amor, de
perdón. Y todos necesitamos ayuda, amor y perdón”.
Además de la
sencillez de pedir ayuda y de dejarse ayudar, según el Papa, los niños nos
enseñan a reír y a llorar, pues a veces los mayores no somos capaces.
Ha dicho
también que a pesar de ser "un gran don para la humanidad”, son también
"los grandes excluidos, porque a veces ni siquiera les dejan nacer”.
FRANCISCO
"Los
niños traen alegría, esperanza y también problemas. Pero así es la vida.
Ciertamente traen también preocupaciones, y a veces problemas; pero es mejor
una sociedad con estas preocupaciones y problemas, que una sociedad triste y
gris porque se ha quedado sin niños”.
El Papa ha
adelantado que la semana que viene seguirá hablando de los niños, y que lo hará
sobre las heridas que dañan a la infancia.
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