Sonrisas,
abrazos y palabras capaces de dar consuelo al corazón. Fue una tarde intensa la
de Papa Francisco en Tor Bella Monaca. En primer lugar, el encuentro con los
enfermos y los pobres asistidos por las Misioneras de la Caridad, en la iglesia
de Santa Giovanna Antida, para recordar que nunca se debe perder la confianza,
sobre todo en los momentos feos; después, los muchos eventos en la parroquia de
Santa María Madre del Redentor, en la zona este de la diócesis de Roma. Con los
niños y jóvenes de la catequesis, el Papa ha tejido un diálogo espontáneo, a
instancias de algunas preguntas, deteniéndose en los recuerdos de su elección,
en la moral cristiana y en el paraíso y el infierno. Invitando a tod
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