sábado, 18 de julio de 2015

El pasado 1 de julio la ONU aprobó una histórica resolución a favor de la familia. Sin eufemismos ni trampas lingüísticas. Lo nunca visto.




“No existen precedentes. Es una enorme victoria para la familia”, decía el pasado jueves Sharon Slater, presidenta de Family Watch International, una de las organizaciones que más ha trabajado por sacar adelante la resolución Protección de la familia , aprobada este mes de julio en Naciones Unidas.
Un texto propuesto por una coalición de países africanos, Rusia y China con el apoyo de un buen número de ONG profamilia. Sus mayores detractores, Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda y otros países ‘desarrollados’ que trataron hasta el último momento de incluir en el texto expresiones como ‘salud sexual y reproductiva’ -eufemismo empleado para referirse al aborto- o ‘familias’ en lugar de familia –para incluir a todo tipo de uniones sentimentales y no solo al matrimonio tradicional-. Cuando vieron que era imposible, decidieron votar en contra. Se abstuvieron cuatro países de los 47 que actualmente tienen representación en el Consejo: Brasil, México, Argentina y Macedonia. “Probablemente, forzados por los países desarrollados. Han ejercido mucha presión a estos países para frenar la resolución o intentar cambiarla, incluso amenazando con retirar la ayuda internacional”, señala Slater, que aplaude la valentía de los países que, a pesar de las presiones, han votado a favor del texto.
Pero, ¿qué tiene esta resolución que tanto asusta a algunos? En realidad, una petición muy sencilla, pero quizá demasiado clara para el lenguaje de la corrección política que impera en la ONU: el texto reclama el reconocimiento de la familia como núcleo fundamental de la sociedad -el lugar donde los niños crecen y son educados- y, por tanto merecedora de una protección especial por parte del Estado. “La familia tiene la responsabilidad principal de educar y cuidar a sus hijos y esos hijos, para un completo y armonioso desarrollo de su personalidad, deben crecer en un ambiente familiar, en una atmósfera de amor, felicidad y entendimiento”. La resolución, de cinco páginas de extensión, apela a la responsabilidad estatal para proteger al “núcleo fundamental y natural de la sociedad”. También recuerda que la familia es “fuente de cohesión social, integración, solidaridad intergeneracional y el mejor escenario para preservar la identidad cultural y los valores y tradiciones sociales”.
Y, en un sencillo pero importantísimo párrafo, reconoce el derecho de los niños a recibir una educación que potencie sus habilidades y talentos, y que le haga crecer en el respeto a los derechos humanos y reconoce también, y aquí viene lo más importante, el derecho de los padres a elegir la educación que desean para sus hijos, pensando siempre en el interés superior de los pequeños. Una afirmación que, de ponerse en marcha, borra de un plumazo las pretensiones de imponer, por vía estatal, una determinada educación alejada, en ocasiones, de los valores o creencias de los padres.
Igualdad, autoestima…
Desacomplejada y clara, la resolución recién aprobada se refiere también a los roles de padre y madre, a la importancia de transmitir a los hijos valores como la igualdad de las personas y a la necesidad de potenciar, sobre todo en las niñas, la autoestima –para tratar de evitar así el maltrato ejercido hacia la mujer en determinadas sociedades subdesarrolladas-.
Los principales enemigos de esta resolución –asociaciones feministas y grupos LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales)- trataron de modificar el texto para que incluyera los derechos sexuales y reproductivos y un lenguaje “inclusivo” que englobara en el concepto de familia a todo tipo de uniones. El lobby Sexual Rights Initiative, se refirió al texto como “un paso atrás en la conquista de los derechos humanos que busca situar a la familia como una institución necesitada de protección ignorando las violaciones de derechos que se producen dentro de ella y sin reconocer las diversas formas de familia que existen”. Más aún, asegura que la familia “perpetúa la opresión patriarcal y prácticas como los crímenes de honor, la mutilación genital femenina y los abusos como abuso infantil o violaciones”.
Austin Ruse, del Centro por la Familia y los Derechos Humanos, responde: “el mundo está con nosotros. Solo un pequeño número de países está empeñado en respaldar la agenda LGTB”. Su próximo reto, que en Naciones Unidas comience a utilizarse un lenguaje a favor de la familia que permita un verdadero desarrollo social. Ya están trabajando en ello.
Seis de cada diez nuevas infecciones por VIH en Cataluña corresponden a hombres que tienen relaciones con otros hombres. Así lo constató ayer el centro BCN Checkpoint y la Asociación de Lucha contra el Sida en la presentación de una campaña para fomentar la detección precoz de la enfermedad. Según los expertos, el número de nuevos casos en el colectivo homosexual ha aumentado anualmente un 7,6%. La alta incidencia en este grupo poblacional crece todavía más en la ciudad de Barcelona, donde ya supone el 80% de los nuevos casos.
“El preservativo ya no es suficiente. En grupos más expuestos hay que complementarlo añadiendo otras formas de prevención”, explicó el director de BCN Checkpoint, Ferran Pujol. Cada año se diagnostican unos 700 casos en Cataluña y los expertos recomiendan al colectivo gay que se hagan pruebas de VIH cada tres meses para reducir el aumento de nuevas infecciones entre los homosexuales.
Pujol mostró su “preocupación e inquietud” por la incidencia de la enfermedad, que “cada año está más concentrada en el mismo grupo poblacional”. El director de BCN Checkpoint insistió, además, en que “hay que intervenir apelando a la responsabilidad de las personas, pero también incrementando las pruebas diagnósticas y facilitando su acceso a ellas desde la atención primaria”.
Pujol negó que la alta incidencia responda a “conductas de mayor riesgo”, sino que lo achacó “a razones biológicas”, ya que el contagio es más probable con el sexo anal, y a que “entre sus posibles parejas sexuales, el virus está más extendido”. Los expertos aseguran que las primeras semanas después de adquirir el VIH, la carga viral es más alta y hay más probabilidad de contagio.

Pujol denunció, por otra parte, “la interlocución casi nula con la Administración central” para afrontar el problema y criticó que no haya ningún grupo de trabajo integral estudiando medidas para abordar la situación. Según los informes que maneja BCN Checkpoint, “en 10 años podríamos encontrarnos con una alarmante situación en la que más del 40% de los homosexuales en la franja de edad de 40 a 50 años vivirían con el VIH”

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