El Papa de la cercanía y de
la misericordia, en su último día en Bolivia quiso ir a la periferia de la
existencia, visitó el centro de reeducación de Santa Cruz-Palmasola.
Callejuelas de tierra y lodo, el Papa se inclinó sobre fracasos, desilusiones y
dificultades de los presos. Recordó que «el dolor no es capaz de apagar la
esperanza en lo más profundo del corazón, y que la vida sigue brotando con
fuerza en circunstancias adversas». Reconoció que es el primero que debe hacer
penitencia por sus errores, alentó a rezar para encontrar la consolación del
amor de Dios, que sana y devuelve dignidad. La realidad de la cárcel:
hacinamiento, violencia, política de rehabilitación, pide a las instituciones
una ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario