martes, 2 de febrero de 2016

El Papa Francisco: No es posible ser humilde sin humillaciones



El Papa Francisco señaló en su homilía en Casa Santa Marta que para ser santo es necesario ser humilde y que para ser humilde es necesario reconocer los errores y las humillaciones. 

Recordó el ejemplo del rey David que reconoció su pecado ante el profeta Natán. Aunque el ejemplo de humillación mayor, explicó el Papa, es la de Cristo, quien dejó que lo crucificaran y lo humillaran por amor.

FRANCISCO
"Pidamos al Señor la gracia, para cada uno de nosotros, para toda la Iglesia, la gracia de la humildad, pero también la gracia de entender que no es posible ser humildes sin humillaciones”.

El Papa subrayó que el rey David cambió porque fue humilde pero que un corazón corrupto es difícil de convertir porque no acepta la equivocación y el error.


EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente, Radio Vaticana)


"Se necesita una gracia especial para cambiar el corazón de un corrupto. Y David, que tenía el corazón noble, dice: ‘¡Ah, es verdad: he pecado!’, y reconoce su culpa. ¿Y qué cosa dice Natán? ‘El Señor perdona tu pecado, pero la corrupción que tú has sembrado crecerá. Tú has matado a un inocente para cubrir un adulterio. La espada jamás se alejará de tu Casa’. Dios perdona el pecado, David se convierte, pero las heridas de una corrupción difícilmente se curan. Lo vemos en tantas partes del mundo”.


"Después David dijo a sus siervos: ‘He aquí, el hijo salido de mis vísceras que trata de quitarme la vida’. Absalón. ‘Y entonces, a este benjamín déjenlo que maldiga, puesto que esto se lo ha ordenado el Señor. David sabe ver los signos: es el momento de su humillación, es el momento en el que él está pagando su culpa. ‘”Quizás el Señor mire mi aflicción y me devuelva el bien a cambio de la maldición de hoy’, y se encomienda en las manos del Señor. Este es el recorrido de David, desde el momento de la corrupción a esta entrega en las manos del Señor. Y esto es santidad. Esto es humildad”.


"El único camino para la humildad es la humillación. La finalidad de David, que es la santidad, viene a través de la humillación. El fin de la santidad que Dios regala a sus hijos, que regala a la Iglesia, viene a través de la humillación de su Hijo, que se deja insultar, que se deja llevar sobre la Cruz, injustamente… Y este Hijo de Dios que se humilla, es el camino de la santidad. Y David, con su actitud, profetiza esta humillación de Jesús. Pidamos al Señor la gracia, para cada uno de nosotros, para toda la Iglesia, la gracia de la humildad, pero también la gracia de comprender que no es posible ser humildes sin humillación

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