El Papa recorrió unos 9
kilómetros en papamóvil por Ciudad Juárez acercándose cada vez más a la
frontera entre México y
Estados Unidos.
Antes de comenzar la misa Francisco quiso detenerse en esta cruz que puede divisarse desde
los dos lados. Allí depositó flores y rezó por todos los migrantes
que han fallecido intentando cruzar la frontera. Precisamente lo hizo mirando a
Estados Unidos.
Después bendijo a las personas que
participaron en la ceremonia desde el otro lado, en El Paso.
Esta fue la última
misa del Papa en México y la primera en la historia con una frontera de por
medio. De un lado, asistieron más de 200.0000 peregrinos en Ciudad
Juárez, México. Del otro, unos 50.000 en El Paso, Estados Unidos.
Francisco usó este báculo que le regalaron los presos del CeReSo,
la cárcel de Ciudad Juárez que visitó unas horas antes.
En este lugar, epicentro del drama de
tantas personas migrantes, el Papa centró su homilía en
el sufrimiento de quienes intentan pasar "al otro lado”.
FRANCISCO
"Esclavizados, secuestrados,
extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tránsito
humano, de la trata de personas”.
Recordó que migración se ha convertido en fenómeno global y
una crisis humanitaria que no se puede medir únicamente en cifras.
FRANCISCO
"Esta crisis, que se puede medir
en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias”.
Explicó que la pobreza, la injusticia, el narcotráfico o el crimen organizado
son formas de violencia que se ceban especialmente en los jóvenes
y, en Ciudad Juárez, en las mujeres, víctimas de terribles feminicidios.
FRANCISCO
"Injusticia que se radicaliza en
los jóvenes, ellos, "carne de cañón”, son perseguidos y amenazados cuando
tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas. ¡Y que
decir de tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida!”
Por eso, Francisco pidió con energía
lo siguiente.
FRANCISCO
"¡No más muerte ni explotación!
Siempre hay tiempo de cambiar, siempre hay una salida y una oportunidad,
siempre hay tiempo de implorar la misericordia del Padre”.
Por último, elogió y agradeció el trabajo de quienes ayudan a los migrantes.
Lo definió como una "luz en el camino”. Y no quiso terminar su homilía sin
saludar a quienes asistieron a la ceremonia del otro lado. Dijo que ninguna
frontera puede dividir el amor de Dios.
Al final de la ceremonia, el Papa agradeció a los mexicanos su hospitalidad durante
estos días e incluso hizo una pequeña confesión.
FRANCISCO
"Les aseguro que por ahí en algún
momento sentía como ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan
sufrido”.
El Papa les pidió que recen por él y acabó la
misa rezando a la patrona, a Nuestra Señora de Guadalupe.
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