La Navidad no es fiesta del consumismo
comercial, de la apariencia o de los regalos inútiles. Con estas palabras,
Francisco dio la bienvenida a los empleados del Vaticano en el Aula Pablo VI
animándolos a cultivar - especialmente en este tiempo de fiesta - su relación
con Dios. Este particular tiempo litúrgico de hecho, es la mejor oportunidad
para “curar todas las heridas y para sanarse de cada falta”. De ahí la
invitación a cuidar “las relaciones con los demás, especialmente hacia los más
necesitados”; “purificar el lenguaje de las palabras ofensivas, de la
vulgaridad de lo mundano”; curar “las heridas del corazón, con el aceite del
perdón”; cuidar “el trabajo, haciéndolo con pasión y atención”
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