No se puede desconocer el ADN. “La legislación no puede
desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de
gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia. La biología ha evolucionado
mucho. Descubrimientos revolucionarios, como la fecundación in vitro y el ADN
con la secuenciación del genoma humano, dejan en evidencia que desde el momento
de la concepción hay allí una vida humana nueva, un nuevo ser. Tanto es así que
en los modernos sistemas jurídicos
–Incluido el nuestro– el ADN se ha transformado en la
‘prueba reina’ para determinar la identidad de las personas, independientemente
de su edad, incluso en hipótesis de devastación, o sea cuando prácticamente ya no
queda nada del ser humano, aun luego de mucho tiempo.”
En estudios donde se analiza el origen de la vida, la
realidad del embrión humano y esto lo demuestra precisamente el ADN como instrumento de
identificación de las personas de forma que al abortar hoy ya nadie puede tener
dudas de que lo que se destruye es una vida humana. No se trata de una
reflexión religiosa, filosófica o meramente académica, sino de una realidad
científica que no se puede desconocer si
de actuar con seriedad se trata.
Se debe proteger a
los más débiles. “El verdadero grado de civilización de una nación se mide por
cómo se protege a los más necesitados.
Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el
criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en
los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera
existencia”.
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