martes, 25 de junio de 2013

¿Quién está educando al Pueblo?


            Maruchi R. de Elmúdesi

                                                                                              Movimiento Familiar Cristiano

                                                                                                          Instituto de la Familia

“CONCLUSIONES DE UNA ENCÍCLICA PROFETICA: LA HUMANAE VITAE”

 

En el año 1968, S.S. Paulo VI, promulgó su Encíclica Humanae Vitae (Sobre la Vida Humana), donde nos decía: “El gravísimo deber de transmitir la vida humana ha sido siempre para los esposos, colaboradores libres y responsables de Dios Creador, fuente de grandes alegrías aunque algunas veces acompañadas de no pocas dificultades y angustias. El nuevo estado de cosas existente en el mundo de esa época, se preguntaba si ¿no sería indicado revisar las normas éticas hasta ahora vigentes, sobre todo si se considera que las mismas no pueden observarse sin sacrificios, algunas veces heroicos? Si dado el creciente sentido de responsabilidad del hombre moderno, no haya llegado el momento de someter a su razón y a la voluntad, más que a los ritmos biológicos de su organismo, la tarea de regular la natalidad. Y todo esto exigía del Magisterio de la Iglesia una nueva y profunda reflexión acerca de los principios de la doctrina moral del matrimonio, doctrina fundada sobre la ley natural, iluminada y enriquecida por la revelación divina”.

Y a toda esta situación fue que el Santo Padre, decidió dar respuesta a tan graves cuestiones.

En su Encíclica Paulo VI advertía allí tres grandes peligros que la anticoncepción artificial del control de los nacimientos acarrearía para la sociedad: EL CAMINO FÁCIL Y AMPLIO PARA LA INFIDELIDAD CONYUGAL Y LA DEGRADACIÓN DE LA MORALIDAD; LA PÉRDIDA DEL RESPETO A LA MUJER, que pasaría a ser considerada como simple instrumento de goce egoísta; y, FINALMENTE PONER UN INSTRUMENTO PELIGROSO EN MANOS DE AUTORIDADES DESPREOCUPADAS DE LAS EXIGENCIAS MORALES. (HV 17)

Las tres previsiones se cumplieron al pie de la letra. De hecho, la inmensa mayoría de las técnicas anticonceptivas, son nocivas para la mujer avasallando su dignidad.

En cuanto a la decadencia moral, está a la vista: la facilidad anticonceptiva ha abierto las puertas del libertinaje sexual, a la prostitución femenina y masculina, y al descrédito de la institución familiar.

Finalmente,  las políticas que se apoyan en planes antinatalistas han encontrado en las técnicas anticonceptivas los medios para imponer campañas masivas de esterilización, voluntarias o forzadas  y  control demográfico. Los ejemplos de Perú, Brasil, China, numerosos países de África, el Caribe y Centroamérica, son clara demostración de la visión de Paulo VI.

Yo recuerdo perfectamente cuando salió esta Encíclica, tenía ya varios años de casada y la estudiamos completa en nuestro grupo de MFC. Muchos “católicos” se disgustaron

y muchos hicieron caso omiso de esas recomendaciones. Y es que a nadie le gusta lo que cueste sacrificio. “Dale a tu cuerpo alegría, macarena”.  Estamos viendo desde hace ya muchos años en lo que se ha convertido la moral matrimonial. ¡Cuántas infidelidades!! ¡Tantas faltas de respeto a la mujer! ¡Tanta degradación y violencia!

Y es que para vivir el verdadero amor en familia, se necesita de mucho sacrificio y no hemos estado educando a nuestros hijos para dominar sus instintos y pasiones como personas que son y no animalitos. “El matrimonio cristiano, como todos los sacramentos que están “ordenados a la santificación de los hombres,  a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios” (Concilio Vaticano II, Consti. Sobre la Sagrada Liturgia), es en sí mismo un acto litúrgico de glorificación de Dios en Jesucristo y en la Iglesia. Celebrándolo, los cónyuges cristianos profesan su gratitud a Dios por el bien sublime que se les da de poder revivir en su existencia conyugal y familiar el amor mismo de Dios por los hombres.” (Familiaris Consortio No. 56)

Que el Señor Dios Todopoderoso, nos ayude a comprender que “el hombre no puede hallar la verdadera felicidad a la que aspira con todo su ser, más que en el respeto de las leyes grabadas por Dios en su naturaleza y que debe observar con inteligencia y amor”. (HV final) Amén!

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