El Papa centró su catequesis de la
audiencia general en cómo las familias pueden aprender a perdonar y a pedir
perdón.
Su estrategia es no acabar el día sin pedir disculpas, y utilizar gestos
sencillos para reconciliarse.
RESUMEN DE SU CATEQUESIS EN ESPAÑOL
Queridos hermanos y hermanas:
La Asamblea del Sínodo de los Obispos
ha terminado hace poco y me ha entregado un texto, que aún debo meditar. Pero,
entretanto, la vida continúa, sobre todo la vida de las familias.
Hoy quisiera centrarme en la familia
como ámbito para aprender a vivir el don y el perdón recíproco, sin el cual
ningún amor puede ser duradero. Lo rezamos siempre en el Padre Nuestro:
«Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden». No se puede vivir sin perdonarse, o al menos no se puede vivir bien,
especialmente en familia. Todos los días nos hacemos daño de una u otra manera.
Pero lo que se nos pide es curar inmediatamente las heridas que nos causamos y
restaurar los vínculos que se han dañado. Si esperamos demasiado, todo es más
difícil. Y hay un remedio muy simple: no dejar que termine el día sin pedir
disculpas, sin hacer las paces, de los padres entre sí y con los hijos, también
entre los hermanos. No hace falta un gran discurso. Basta una palmada y ya
està. Así el matrimonio y la familia se hacen una casa más sólida, resistente a
nuestras pequeñas y grandes fechorías.
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